EL PRINCIPITO de ANTOINE DE EXUPERRY









En efecto, en el planeta del principito, como en todos los planetas, había hierbas buenas y hierbas malas. Como resultado de buenas semillas de buenas hierbas y de malas semillas de malas hierbas. Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse. Entonces se estira y, tímidamente al comienzo, crece hacia el sol una encantadora briznilla inofensiva. Si se trata de una planta mala, debe arrancarse la planta inmediatamente, en cuanto se ha podido reconocerla.

Había, pues, semillas terribles en el planeta del principito. Eran las semillas de los baobabs. El suelo del planeta estaba infestado. Y si un baobab no se arranca a tiempo, ya no es posible desembarazarse de él. Invade todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y si los baobabs son demasiado numerosos, lo hacen estallar.

"Es cuestión de disciplina", me decía más tarde el principito. "Cuando uno termina de arreglarse por la mañana, debe hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar baobabs en cuanto se les distingue entre los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy aburrido, pero muy fácil."

Y un día me aconsejó que me aplicara a lograr un hermoso dibujo, para que entrara bien en la cabeza de los niños de mi tierra. "Si algún día viajan  -me decía-  podrá serles útil. A veces no hay inconveniente en dejar el trabajo para más tarde. Pero, si se trata de los baobabs, es siempre una catástrofe.



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EL SERMÓN DEL MONTE de EMMET FOX







LIBRO EL SERMÓN DEL MONTE Un poquito, perteneciente al primer capítulo.


Lo primero que tenemos que comprender es un hecho de importancia fundamental, porque significa romper con los puntos de vista ordinarios de la ortodoxia. La verdad es que Jesús no enseñó teología alguna. Su enseñanza es enteramente espiritual o metafísica.

El cristianismo histórico, desafortunadamente, ha puesto su mayor atención en las cuestiones teológicas y doctrinales, las que, por extraño que parezca, no tienen nada que ver con la enseñanza evangélica en sí. Mucha gente sencilla se sorprenderá al comprobar que todas las doctrinas y teologías de las iglesias son invenciones humanas, nacidas en la mente de sus autores e impuestas a la Biblia desde fuera. Pero es así. No hay absolutamente ningún sistema teológico o doctrinal que pueda ser hallado en la Biblia; sencillamente ninguno.

Personas honradas que sintieron la necesidad de obtener cierta explicación intelectual de la vida, creyendo también que la Biblia era una revelación de Dios al hombre, llegaron a la conclusión de que una debía encontrarse dentro de la otra, y luego, más o menos inconscientemente, se pusieron a crear aquello que querían encontrar. Pero les faltaba la llave espiritual y metafísica. No estaban afirmados sobre lo que podemos llamar Base Espiritual, y en consecuencia buscaron una explicación de la vida puramente intelectual o tridimensional, y es imposible explicar la existencia con semejante criterio.

La explicación verdadera de la vida del hombre descansa en el hecho de su entidad esencialmente espiritual y eterna, y en que este mundo, y la vida que intelectualmente conocemos, no son más que lo que muestra un corte en sección de la verdad completa acerca de él. Y un corte en sección de cualquier cosa —sea una máquina o un caballo— no puede damos ni tan siquiera una explicación parcial de lo que es el todo.

Mirando a un rinconcito del universo —y eso con ojos entreabiertos— y colocándose en un plano exclusivamente antropocéntrico y geocéntrico, los hombres han creado absurdas y horribles fábulas acerca de un Dios limitado y semejante al hombre, que rige su universo tal como un reyezuelo oriental, más bien ignorante y bárbaro, que manejara los asuntos de su pequeño reino. A este ser así creado se le atribuyen toda suerte de flaquezas humanas, tales como la vanidad, la inconstancia, y el rencor.

Luego surgió una leyenda forzada e inconsecuente acerca del pecado original, la expiación por la sangre, el castigo infinito por transgresiones finitas, y, en ciertos casos, se añadió una doctrina increíblemente horrible de la predestinación al tormento eterno o a la felicidad eterna. La Biblia no enseña ninguna teoría semejante. Y si estuviera en los objetivos de la Biblia sostener tal cosa, ello aparecería claramente expuesto en algún capítulo u otro, pero no es así.

El "Plan de Salvación" que figuraba con tanta prominencia en los sermones evangélicos y en los libros de teología de la pasada generación, es tan desconocido para la Biblia como lo es para el Corán. Nunca hubo tal plan en el universo, y la Biblia no lo expone en ninguna manera. Lo que ha sucedido es que algunos textos oscuros del Génesis, ciertas frases sacadas acá y allá de las epístolas de San Pablo y unos cuantos versículos aislados de otras partes de las Sagradas Escrituras, han sido entresacados y reunidos por los teólogos para sostener la clase de doctrina que a su parecer debería encontrarse en la Biblia. Jesús desconocía todo esto. Claro está que Él no es en modo alguno como Pollyanna o un optimista. Nos advierte, no ya una vez sino muchas, que la obstinación en el pecado trae en verdad muy serias consecuencias, y que el hombre que perdiere la integridad de su alma, aun cuando ganare el mundo entero, resulta extremadamente necio. Por otra parte, nos enseña que somos castigados a causa de nuestros propios errores, o mejor aún, son nuestros propios errores los que nos castigan. Jesús nos enseña también que cada hombre o mujer, por encenegados que estén en lo impuro y malo, tienen acceso directo a un Dios de misericordia, paternal y todopoderoso, quien los perdonará y les proporcionará Su propia fortaleza para ayudarles a descubrirse de nuevo a sí mismos, setenta y siete veces si es necesario.

Jesús ha sido también mal comprendido y mal representado en varias otras maneras. Por ejemplo, no hay ningún fundamento en su enseñanza sobre el cual establecer determinada forma de eclesiasticismo, jerarquía, o tal o cual sistema ritualista. Él no autorizó semejante cosa, y, de hecho, todo el contenido de su pensamiento es definitivamente antieclesiástico. A través de toda su vida pública lo vemos frente a los clérigos y demás oficiales religiosos de su propio país. Por eso ellos se le opusieron y lo persiguieron después, llevados por un instinto de propia conservación —instintivamente sintieron que la Verdad, tal como Él la exponía, anunciaba el fin de su poderío, y más tarde le hicieron matar—. Él pasó por alto la pretendida autoridad que tenían ellos como representantes de Dios; y hacia su ritual y ceremonias no mostró otra cosa que impaciencia y desprecio.

Parece ser que, en materia religiosa, la naturaleza humana está más predispuesta a creer en aquello que quiere que en tomarse el trabajo de escudriñar las Escrituras con una mente abierta. Hombres realmente sinceros, por ejemplo, se han abrogado el papel de guías del cristianismo con los más imponentes y presuntuosos títulos, y después se han vestido de hábitos elaborados y magníficos para impresionar así a las gentes, pese a que su Maestro, en el más claro lenguaje, ordenó estrictamente a sus discípulos que no hiciesen nada de eso "Pero vosotros no os hagáis llamar Rabbí, porque uno solo es vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" (mateo 23:8). Denunció a los fariseos como hipócritas.


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de la vida, sueño y meditación









El Bardo de la Vida


La vida en sí, de acuerdo con esta enseñanza, es un estado intermedio entre el nacimiento y la muerte. Es en el transcurso de esta vida donde podemos decidir, escoger y determinar si continuamos dando vueltas en la Rueda de la Vida o si avanzamos por el espiral hacia arriba. Ser reactivos o ser creativos. Por tanto, en todas las escuelas del Budismo se da mayor importancia a la vida humana; la vida humana representa para el Budismo una gran oportunidad una oportunidad maravillosa, porque es en ésta donde tenemos la posibilidad de alcanzar el estado de centralidad última, transcendental que llamamos Budeidad. Entonces este bardo, esta etapa intermedia de la vida, de la existencia humana que es tan rara y tan valiosa, de acuerdo con el Budismo, no debe desperdiciarse.

El Bardo del Sueño

El estado del sueño es intermedio entre el estado de vigilia y el del sueño profundo. En el estado de sueño es posible entrar en contacto con niveles más profundos de la realidad donde ésta se representa en el sueño a través de imágenes arquetípicas. Aquí, por supuesto, no nos interesan los sueños ordinarios. Las imágenes que se presentan en estos sueños arquetípicos que son los que nos interesan difieren de los sueños ordinarios en que los sueños arquetípicos se manifiestan en colores brillantes, de todo tipo de colores y matices parecidos a las joyas o al arco iris, es por eso que son memorables. Para la gente que los experimenta tienen estos sueños un significado inmenso. A menudo cuando las personas han tenido uno de estos sueños arquetípicos o, por así decirlo, experiencias, cuando se despiertan sienten que ha ocurrido algo profundo, algo importante; sienten que han cambiado, por tanto, los sueños no se olvidan fácilmente. La psicología de Jung dice que los sueños de este tipo juegan un papel muy importante en lo que se llama el proceso de Individualismo.

En el Budismo existen varios tipos de yogas, ejercicios espirituales, métodos de meditación que están diseñados para mantener la práctica espiritual en los sueños .Para algunas personas resulta más fácil y rápido progresar en el estado del sueño que en el de la vigilia. Por otro lado es también posible recibir enseñanzas en el estado de sueño arquetípico las cuales uno nunca olvida, y también recibir Iniciaciones de diversos tipos. De acuerdo con la Tradición, algunas personas incluso han logrado la Iluminación en el estado del sueño. No debemos pensar que solamente se puede alcanzar la Iluminación en el estado de vigilia; eso es sólo nuestro prejuicio que convierte el estado de vigilia en la base universalmente válida. No sólo se puede alcanzar la Iluminación a partir del estado de sueño arquetípico. La mayoría de los yogas en el estado del sueño involucran la prolongación de la atención dentro del sueño, tú eres él que sueña. Uno tiene plena conciencia, por así decirlo, de la realidad de estos sueños y experiencias, sin que uno pierda la atención. Existen diversos métodos psicofísicos para inducir la atención en el estado del sueño, de tal forma que uno puede inclusive controlar sus sueños y tener el tipo de sueños que uno quiere.

El Bardo de la Meditación o el Bardo Dhyana

A lo mejor te sorprende encontrar que la meditación se incluye aquí. ¿En qué sentido es la meditación un estado intermedio? Es, por supuesto, el estado intermedio entre dos estados de lo que podríamos llamar la conciencia "normal". Pero para ser más exacto, la meditación, desde cierto punto de vista, es un estado intermedio entre dos pensamientos ¿Ahora qué significa eso?

Estamos dominados por una sucesión constante, un flujo ininterrumpido, un torrente de pensamientos. Normalmente no tenemos conciencia o no nos damos cuenta de eso. Nos damos cuenta o empezamos a darnos cuenta en el momento de la meditación. Todos aquellos que hayan practicado la meditación saben que en cuanto te sientas, en cuanto cierras tus ojos, te haces consciente de este gran torrente de pensamientos que pasan precipitadamente y que tienes que luchar contra eso. Los observas, estás consciente de ello, y poco a poco encuentras que el torrente pasa más despacio; no parece moverse tan rápido; no parece tan apresurado; todo va más lento. Encuentras que llega una etapa donde uno puede ver que todo el proceso se vuelve más espaciado. Empiezas a tener conciencia de cada pensamiento independiente, no solo miles de pensamientos a la vez, sino uno por uno. Y conforme todo va más lento y conforme los pensamientos empiezan a llegar solos, finalmente, uno empieza a experimentar los intervalos entre los pensamientos. Aquí está un pensamiento, te das cuenta de que está llegando; te das cuenta de que se queda; te das cuenta de que se va; entonces no hay ningún pensamiento; hay un espacio, una brecha; ningún pensamiento. Entonces con la práctica desarrollas que los intervalos se hagan más largos. Por tanto un pensamiento llega y se va, y transcurre el tiempo para que llegue otro pensamiento. Hay un intervalo sin pensamientos. Por lo menos durante un rato, unos cuantos minutos o puede ser cinco minutos o finalmente hasta media hora, experimentas un estado de no-pensamiento. Entonces, podemos decir que no existe una meditación verdadera sin esta experiencia. Es solamente en este estado de no-pensamiento, en este estado vacío, por así decirlo, entre pensamientos, que uno puede entrar en contacto con la Realidad.

Ahora llegamos a los tres últimos bardos, el Bardo del Momento de la Muerte, el Bardo de la Realidad y el Bardo del Renacimiento. Es acerca de estos tres bardos que el Libro Tibetano de la Muerte se trata principalmente. Y en un sentido todos forman parte de un solo bardo, en el sentido de que todos son estados intermedios entre la muerte y el renacimiento o re-concepción.


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