Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 1 y 2






Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 1


El papel del sistema nervioso autónomo (que significa "automático") consiste en regular de forma automática nuestra fisiología, enviando varias señales químicas y eléctricas a diferentes partes del cuerpo. Todas estas vastas funciones biológicas que crean equilibrio interno y homeostasis tienen lugar sin que seamos conscientes de ellas.


Debido a que estas acciones biológicas no están reguladas por nuestra mente consciente, tiene sentido pensar que es nuestra mente subconsciente (la mente que actúa bajo la mente consciente) quien se encarga de ello. Multitud de funciones relacionadas con la salud — como la secreción hormonal, los niveles de azúcar en la sangre, la temperatura corporal, la digestión, la función inmunológica, etc. — se encuentran bajo el control del sistema nervioso autónomo.


Pero, vayamos un paso más allá. El sistema nervioso autónomo se divide en dos secciones diseñadas para proteger el cuerpo: el sistema nervioso simpático y el parasimpático.


- El incidente desencadenante


Cuando surge una circunstancia potencialmente peligrosa o dañina en el mundo exterior, el sistema nervioso simpático nos ayuda a lidiar con la amenaza (que percibimos y / o interpretamos a través de nuestros sentidos), movilizando enormes cantidades de energía para correr, luchar u ocultarnos de esa amenaza o peligro inminente.


Podemos imaginar el sistema nervioso simpático como un pedal diseñado para la aceleración. Este tipo de movilización de energía hace que el cuerpo salga de su equilibrio habitual para poder lidiar con la amenaza. Todos los organismos emplean esta técnica de supervivencia a corto plazo, pero, como ahora sabemos, permanecer en este estado alterado pone al cuerpo bajo estrés y coacción, y con el tiempo puede provocar enfermedades. Si vivimos en estado de alarma constante y movilizamos toda nuestra energía y recursos de cara al mundo exterior, tiene sentido que el interior de nuestro cuerpo se vea comprometido.


- La respuesta


Si el sistema nervioso simpático es el acelerador, imagina el sistema parasimpático como el freno. Cuando nos sentimos seguros en nuestro entorno, la respuesta parasimpática nos ayuda a disminuir la velocidad y relajarnos, de manera que podamos usar nuestra energía interna para metabolizar, asimilar, digerir, excretar, reproducir, etc. En otras palabras, el sistema nervioso parasimpático realiza funciones metabólicas que permiten el crecimiento y la reparación del interior del cuerpo. Mientras que la respuesta simpática se enfrenta a grandes amenazas externas como depredadores, incendios, traumatismos o tormentas, la respuesta parasimpática se ocupa de microbios, virus, mohos, células cancerosas mutantes y otros factores del interior del cuerpo. Uno de los principales “líderes” de ese departamento es el sistema inmune.


- Tropas terrestres


Por un momento, imagina un ejército que se dispersa. Si se dispersa la mayor parte de un ejército en guerra, por ejemplo, desplazándose hacia el frente occidental, el frente oriental se vuelve vulnerable porque la estrategia inicial de defensa ha disminuido. Lo mismo ocurre con el entorno interno de nuestro cuerpo.


Si todos los recursos del cuerpo se utilizan para resolver una emergencia del exterior, tiene sentido que nuestro interior no disponga de energía suficiente para producir glóbulos blancos (que son el ejército interno ideado para combatir infecciones y otras enfermedades), o para permitirles funcionar correctamente.


Con el tiempo, debido a que el cuerpo está en continuo estado de emergencia, el sistema inmunitario, el sistema digestivo y el cardiovascular funcionan bajo mínimos, porque la energía requerida para mantener su eficacia óptima se está dispersando a otras partes del cuerpo. En otras palabras, el cuerpo está ahorrando energía, lo que hace que la respuesta de las células inmunes sea menor. Esta redistribución de energía también altera el flujo sanguíneo al cerebro y al corazón de la persona.


A medida que el flujo sanguíneo disminuye, la energía abandona al corazón y al cerebro para atender el centro suprarrenal. Ahora la persona está en estado continuo de alerta máxima, y más en contacto con su naturaleza animal que con su naturaleza divina.


- Fuerzas especiales de élite


El sistema interno de protección del cuerpo, el sistema inmunitario, tiene glóbulos blancos específicos llamados células T, o células T auxiliares. Estas células son las fuerzas especiales de élite del sistema inmunitario, y cada célula T está armada con receptores. Las células T tienen forma de esfera y sus receptores parecen pequeñas trompetas que se proyectan hacia afuera.


Cuando se detecta un enemigo extraño, ya sea bacterias, virus, moho, células cancerosas, etc., las células T atacan a los invasores. Lo hacen usando sus receptores para conectarse con la bacteria o el virus y liberar inmunoglobulinas (anticuerpos), que debilitan y descomponen la entidad extraña. Tu cuerpo hace esto todo el tiempo; de hecho, lo está haciendo mientras lees estas líneas -atacando incluso a las células cancerosas.


- La batalla interior


Todo esto significa que, cuanto más fuerte sea nuestro sistema inmunológico y más energía tenga, más se activarán esas células T para atacar virus o agentes extraños, antes de que el virus o la bacteria pueda usar sus receptores para atacar a la célula T. Por consiguiente, dentro de tu cuerpo se libran mini batallas en todo momento.


Cuando las células T están sanas y funcionan correctamente, liberan proteínas (los componentes básicos de la vida) llamadas inmunoglobulinas, que son proteínas con forma de “Y”. Su función es bloquear el ataque de cualquier bacteria, virus, etc. Con la excepción de los glóbulos rojos, todas las células producen proteínas.


Para que una célula produzca una proteína, un gen debe ser señalizado y regulado desde el exterior de la célula. Una vez que la célula recibe la señal correcta, produce una proteína saludable. En el caso de las células T, si el cuerpo vuelve al equilibrio químico, las células comienzan a producir inmunoglobulinas saludables. Así es como ganan los buenos.


El cuerpo está aprovechando todos sus recursos hasta que esa proteína se activa por una señal de alarma desde fuera de la célula (que activa el sistema simpático, por ejemplo, para crear miedo). Entonces, básicamente, el cuerpo tiene que robarle a Peter para poder pagar a Paul. Del mismo modo, si toda la energía se dirige a afrontar alguna amenaza o peligro del mundo exterior, no habrá suficiente energía en nuestro mundo interior para proyectos de reconstrucción a largo plazo. Si un huracán se aproxima a nuestro hogar, no es momento de remodelar el baño. El cuerpo funciona de la misma manera.


Como tenemos que reservar todos nuestros recursos para combatir la amenaza externa, los receptores de las células T dejan de producir inmunoglobulinas, y esto hace que seamos vulnerables a agentes extraños. Así funciona el estrés y es como hace que las personas enfermen.


Si de este modo empieza la guerra, permanece atento a la Parte II, cuando intervengan las fuerzas de paz y los diplomáticos.


Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 2


- El pacificador


Una y otra vez, nuestra investigación ha demostrado cómo, después de sólo cuatro días de abrir el corazón, sucede algo extraordinario (activando nuestro cuarto centro de energía, al sentir emociones elevadas centradas en el corazón). El cuerpo comienza a liberar naturalmente un anticuerpo fabricado por sus células inmunes (glóbulos blancos), llamado Inmunoglobulina A (IgA). Hemos sido testigos de ello y medimos científicamente cómo, en menos de una semana, podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico hasta en un 50%, sin el uso de ninguna sustancia exógena.


Imagínate: una de las mejores defensas naturales del cuerpo contra las bacterias y los virus es sentir emociones elevadas como el amor, la gratitud, el aprecio, la alegría de vivir, la conexión, la compasión, etc.


Como el cuerpo es tan objetivo, cuando sustituimos emociones relacionadas con la supervivencia como el miedo, la ira, el dolor y la tristeza, y en su lugar creamos y encarnamos emociones elevadas como el amor, la alegría y la gratitud, los sentimientos de amor y plenitud hacen que el cuerpo crea que está fuera de peligro. Cuando esto sucede, a pesar de las condiciones o amenazas del entorno exterior, el cuerpo cree que está lo bastante seguro como para emplear su energía en su crecimiento y reparación. Entonces, mediante la autorregulación intencional de emociones elevadas en nuestro mundo interno, el cuerpo cree que no existe una amenaza en la vida real del exterior.


Cuando sentimos amor, gratitud y otras emociones centradas en el corazón, el cuerpo puede desconectar el sistema nervioso simpático (el acelerador) y activar el sistema nervioso parasimpático (el freno). Por lo tanto, la señal que llega desde fuera de la célula (alegría, gratitud, etc.) está fortaleciendo el orden interno de nuestro sistema inmunológico.


Dado que el cuerpo no puede distinguir entre un evento de la vida real que nos hace sentir una emoción y cuando sentimos esa misma emoción a través del pensamiento, cuando cambiamos nuestro mundo interior, el cuerpo puede volver a sus proyectos de reconstrucción a largo plazo. A su vez, todos sus sistemas metabólicos se activan: el sistema inmunitario se fortalece, el sistema digestivo libera mejor las enzimas, el sistema cardiovascular se estabiliza, el sistema hormonal pasa a la homeostasis, y así sucesivamente.


- El diplomático


El cuarto centro tiene una glándula asociada, llamada glándula timo. Cuando nacemos, la glándula timo (que tiene forma de hoja de tomillo) es aproximadamente del tamaño de una mandarina. Con la llegada de la pubertad aumentan nuestras hormonas sexuales secundarias y comenzamos a crear nuestra propia identidad. Al hacerlo, la energía comienza a abandonar el corazón para pasar a los tres centros hormonales inferiores. Con el tiempo y a lo largo de nuestra vida adulta, la glándula timo se contrae hasta alcanzar aproximadamente al tamaño de un cacahuete, cuya mayor parte se convierte en grasa. Este es el centro responsable de la fabricación de células T. El timo es tan importante porque secreta una sustancia química llamada timosina, la hormona necesaria para el desarrollo y la producción de células T.


El timo tiene dos funciones principales: posee una función endocrinológica que crea la hormona del crecimiento (fuente de la juventud del cuerpo), y tiene una función inmunológica, que libera timosina. La timosina es el ingrediente activo que actúa como señal directa para inducir la proliferación y activación de las células T directamente dentro de la glándula del timo.


Como cualquier célula, las células T tienen receptores que reciben información o instrucciones del exterior de la célula. Una vez que las células T son estimuladas, se activan para atacar agentes extraños.


Todas las células (excepto los glóbulos rojos) producen proteínas, y para que una célula produzca una proteína, se debe regular un gen. Las proteínas son responsables de mantener la estructura y la función del cuerpo. Por lo tanto, una vez que se activan las células T, también lo hacen otros glóbulos blancos llamados células B. Las células B, junto con la ayuda de las células T, producen una proteína llamada IgA (inmunoglobulina A). Podríamos decir que esta es la vacuna natural contra la gripe que tiene nuestro cuerpo para protegernos de bacterias, virus y agentes extraños. Estas inmunoglobulinas en forma de “Y”, producidas por células B, actúan como escudos para bloquear el ataque de organismos microscópicos, como los virus. En consecuencia, nos volvemos más inmunes a las infecciones provenientes del exterior.


Tendría sentido entonces decir que, si llevamos nuestra atención al corazón y sentimos esas emociones elevadas, nuestra respiración se ralentiza y se profundiza. Mientras lo hace, en realidad está mandando una señal al cuerpo para regular y fortalecer los genes, así como para activar y fabricar más células T y células B.


Del mismo modo, el bombardeo constante de hormonas de estrés al cuerpo, que lo someten a un estado de emergencia constante, inhibe el gen del crecimiento y funcionamiento de las células T y las células B. En ese momento deja de ser apto para la defensa interna porque es hora de defenderse del exterior. Cuando existen amenazas externas de la vida real que percibimos como peligro extremo, es más eficiente y más importante utilizar la energía del cuerpo para la supervivencia del mismo.


- La reconstrucción


No hay nada malo en reaccionar ante nuestros ex, nuestras finanzas o las noticias, pero si mantenemos esa reacción durante largos períodos de tiempo, estaremos accediendo a que algo del mundo exterior controle la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. Y cualquier cosa del exterior que controle nuestros sentimientos y pensamientos nos convierte en víctimas del mundo exterior. Las personas que inconscientemente permiten que esto suceda, serán más susceptibles a su entorno y se convertirán en sus víctimas.


Pero si practicamos la inteligencia emocional, acortando el período refractario de nuestras emociones y permaneciendo en nuestro corazón, es lógico que fortalezcamos nuestro entorno interno y estemos más sanos y equilibrados.


Si abrir tu corazón durante cuatro días aumenta tu IgA en un 50%, imagina lo que puede suceder si lo haces durante el transcurso de todo el confinamiento.




por Joe Dispenza








No hay comentarios:

Publicar un comentario