Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 1 y 2






Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 1


El papel del sistema nervioso autónomo (que significa "automático") consiste en regular de forma automática nuestra fisiología, enviando varias señales químicas y eléctricas a diferentes partes del cuerpo. Todas estas vastas funciones biológicas que crean equilibrio interno y homeostasis tienen lugar sin que seamos conscientes de ellas.


Debido a que estas acciones biológicas no están reguladas por nuestra mente consciente, tiene sentido pensar que es nuestra mente subconsciente (la mente que actúa bajo la mente consciente) quien se encarga de ello. Multitud de funciones relacionadas con la salud — como la secreción hormonal, los niveles de azúcar en la sangre, la temperatura corporal, la digestión, la función inmunológica, etc. — se encuentran bajo el control del sistema nervioso autónomo.


Pero, vayamos un paso más allá. El sistema nervioso autónomo se divide en dos secciones diseñadas para proteger el cuerpo: el sistema nervioso simpático y el parasimpático.


- El incidente desencadenante


Cuando surge una circunstancia potencialmente peligrosa o dañina en el mundo exterior, el sistema nervioso simpático nos ayuda a lidiar con la amenaza (que percibimos y / o interpretamos a través de nuestros sentidos), movilizando enormes cantidades de energía para correr, luchar u ocultarnos de esa amenaza o peligro inminente.


Podemos imaginar el sistema nervioso simpático como un pedal diseñado para la aceleración. Este tipo de movilización de energía hace que el cuerpo salga de su equilibrio habitual para poder lidiar con la amenaza. Todos los organismos emplean esta técnica de supervivencia a corto plazo, pero, como ahora sabemos, permanecer en este estado alterado pone al cuerpo bajo estrés y coacción, y con el tiempo puede provocar enfermedades. Si vivimos en estado de alarma constante y movilizamos toda nuestra energía y recursos de cara al mundo exterior, tiene sentido que el interior de nuestro cuerpo se vea comprometido.


- La respuesta


Si el sistema nervioso simpático es el acelerador, imagina el sistema parasimpático como el freno. Cuando nos sentimos seguros en nuestro entorno, la respuesta parasimpática nos ayuda a disminuir la velocidad y relajarnos, de manera que podamos usar nuestra energía interna para metabolizar, asimilar, digerir, excretar, reproducir, etc. En otras palabras, el sistema nervioso parasimpático realiza funciones metabólicas que permiten el crecimiento y la reparación del interior del cuerpo. Mientras que la respuesta simpática se enfrenta a grandes amenazas externas como depredadores, incendios, traumatismos o tormentas, la respuesta parasimpática se ocupa de microbios, virus, mohos, células cancerosas mutantes y otros factores del interior del cuerpo. Uno de los principales “líderes” de ese departamento es el sistema inmune.


- Tropas terrestres


Por un momento, imagina un ejército que se dispersa. Si se dispersa la mayor parte de un ejército en guerra, por ejemplo, desplazándose hacia el frente occidental, el frente oriental se vuelve vulnerable porque la estrategia inicial de defensa ha disminuido. Lo mismo ocurre con el entorno interno de nuestro cuerpo.


Si todos los recursos del cuerpo se utilizan para resolver una emergencia del exterior, tiene sentido que nuestro interior no disponga de energía suficiente para producir glóbulos blancos (que son el ejército interno ideado para combatir infecciones y otras enfermedades), o para permitirles funcionar correctamente.


Con el tiempo, debido a que el cuerpo está en continuo estado de emergencia, el sistema inmunitario, el sistema digestivo y el cardiovascular funcionan bajo mínimos, porque la energía requerida para mantener su eficacia óptima se está dispersando a otras partes del cuerpo. En otras palabras, el cuerpo está ahorrando energía, lo que hace que la respuesta de las células inmunes sea menor. Esta redistribución de energía también altera el flujo sanguíneo al cerebro y al corazón de la persona.


A medida que el flujo sanguíneo disminuye, la energía abandona al corazón y al cerebro para atender el centro suprarrenal. Ahora la persona está en estado continuo de alerta máxima, y más en contacto con su naturaleza animal que con su naturaleza divina.


- Fuerzas especiales de élite


El sistema interno de protección del cuerpo, el sistema inmunitario, tiene glóbulos blancos específicos llamados células T, o células T auxiliares. Estas células son las fuerzas especiales de élite del sistema inmunitario, y cada célula T está armada con receptores. Las células T tienen forma de esfera y sus receptores parecen pequeñas trompetas que se proyectan hacia afuera.


Cuando se detecta un enemigo extraño, ya sea bacterias, virus, moho, células cancerosas, etc., las células T atacan a los invasores. Lo hacen usando sus receptores para conectarse con la bacteria o el virus y liberar inmunoglobulinas (anticuerpos), que debilitan y descomponen la entidad extraña. Tu cuerpo hace esto todo el tiempo; de hecho, lo está haciendo mientras lees estas líneas -atacando incluso a las células cancerosas.


- La batalla interior


Todo esto significa que, cuanto más fuerte sea nuestro sistema inmunológico y más energía tenga, más se activarán esas células T para atacar virus o agentes extraños, antes de que el virus o la bacteria pueda usar sus receptores para atacar a la célula T. Por consiguiente, dentro de tu cuerpo se libran mini batallas en todo momento.


Cuando las células T están sanas y funcionan correctamente, liberan proteínas (los componentes básicos de la vida) llamadas inmunoglobulinas, que son proteínas con forma de “Y”. Su función es bloquear el ataque de cualquier bacteria, virus, etc. Con la excepción de los glóbulos rojos, todas las células producen proteínas.


Para que una célula produzca una proteína, un gen debe ser señalizado y regulado desde el exterior de la célula. Una vez que la célula recibe la señal correcta, produce una proteína saludable. En el caso de las células T, si el cuerpo vuelve al equilibrio químico, las células comienzan a producir inmunoglobulinas saludables. Así es como ganan los buenos.


El cuerpo está aprovechando todos sus recursos hasta que esa proteína se activa por una señal de alarma desde fuera de la célula (que activa el sistema simpático, por ejemplo, para crear miedo). Entonces, básicamente, el cuerpo tiene que robarle a Peter para poder pagar a Paul. Del mismo modo, si toda la energía se dirige a afrontar alguna amenaza o peligro del mundo exterior, no habrá suficiente energía en nuestro mundo interior para proyectos de reconstrucción a largo plazo. Si un huracán se aproxima a nuestro hogar, no es momento de remodelar el baño. El cuerpo funciona de la misma manera.


Como tenemos que reservar todos nuestros recursos para combatir la amenaza externa, los receptores de las células T dejan de producir inmunoglobulinas, y esto hace que seamos vulnerables a agentes extraños. Así funciona el estrés y es como hace que las personas enfermen.


Si de este modo empieza la guerra, permanece atento a la Parte II, cuando intervengan las fuerzas de paz y los diplomáticos.


Seguridad interna y reforzar nuestro sistema inmunológico con amor: Parte 2


- El pacificador


Una y otra vez, nuestra investigación ha demostrado cómo, después de sólo cuatro días de abrir el corazón, sucede algo extraordinario (activando nuestro cuarto centro de energía, al sentir emociones elevadas centradas en el corazón). El cuerpo comienza a liberar naturalmente un anticuerpo fabricado por sus células inmunes (glóbulos blancos), llamado Inmunoglobulina A (IgA). Hemos sido testigos de ello y medimos científicamente cómo, en menos de una semana, podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico hasta en un 50%, sin el uso de ninguna sustancia exógena.


Imagínate: una de las mejores defensas naturales del cuerpo contra las bacterias y los virus es sentir emociones elevadas como el amor, la gratitud, el aprecio, la alegría de vivir, la conexión, la compasión, etc.


Como el cuerpo es tan objetivo, cuando sustituimos emociones relacionadas con la supervivencia como el miedo, la ira, el dolor y la tristeza, y en su lugar creamos y encarnamos emociones elevadas como el amor, la alegría y la gratitud, los sentimientos de amor y plenitud hacen que el cuerpo crea que está fuera de peligro. Cuando esto sucede, a pesar de las condiciones o amenazas del entorno exterior, el cuerpo cree que está lo bastante seguro como para emplear su energía en su crecimiento y reparación. Entonces, mediante la autorregulación intencional de emociones elevadas en nuestro mundo interno, el cuerpo cree que no existe una amenaza en la vida real del exterior.


Cuando sentimos amor, gratitud y otras emociones centradas en el corazón, el cuerpo puede desconectar el sistema nervioso simpático (el acelerador) y activar el sistema nervioso parasimpático (el freno). Por lo tanto, la señal que llega desde fuera de la célula (alegría, gratitud, etc.) está fortaleciendo el orden interno de nuestro sistema inmunológico.


Dado que el cuerpo no puede distinguir entre un evento de la vida real que nos hace sentir una emoción y cuando sentimos esa misma emoción a través del pensamiento, cuando cambiamos nuestro mundo interior, el cuerpo puede volver a sus proyectos de reconstrucción a largo plazo. A su vez, todos sus sistemas metabólicos se activan: el sistema inmunitario se fortalece, el sistema digestivo libera mejor las enzimas, el sistema cardiovascular se estabiliza, el sistema hormonal pasa a la homeostasis, y así sucesivamente.


- El diplomático


El cuarto centro tiene una glándula asociada, llamada glándula timo. Cuando nacemos, la glándula timo (que tiene forma de hoja de tomillo) es aproximadamente del tamaño de una mandarina. Con la llegada de la pubertad aumentan nuestras hormonas sexuales secundarias y comenzamos a crear nuestra propia identidad. Al hacerlo, la energía comienza a abandonar el corazón para pasar a los tres centros hormonales inferiores. Con el tiempo y a lo largo de nuestra vida adulta, la glándula timo se contrae hasta alcanzar aproximadamente al tamaño de un cacahuete, cuya mayor parte se convierte en grasa. Este es el centro responsable de la fabricación de células T. El timo es tan importante porque secreta una sustancia química llamada timosina, la hormona necesaria para el desarrollo y la producción de células T.


El timo tiene dos funciones principales: posee una función endocrinológica que crea la hormona del crecimiento (fuente de la juventud del cuerpo), y tiene una función inmunológica, que libera timosina. La timosina es el ingrediente activo que actúa como señal directa para inducir la proliferación y activación de las células T directamente dentro de la glándula del timo.


Como cualquier célula, las células T tienen receptores que reciben información o instrucciones del exterior de la célula. Una vez que las células T son estimuladas, se activan para atacar agentes extraños.


Todas las células (excepto los glóbulos rojos) producen proteínas, y para que una célula produzca una proteína, se debe regular un gen. Las proteínas son responsables de mantener la estructura y la función del cuerpo. Por lo tanto, una vez que se activan las células T, también lo hacen otros glóbulos blancos llamados células B. Las células B, junto con la ayuda de las células T, producen una proteína llamada IgA (inmunoglobulina A). Podríamos decir que esta es la vacuna natural contra la gripe que tiene nuestro cuerpo para protegernos de bacterias, virus y agentes extraños. Estas inmunoglobulinas en forma de “Y”, producidas por células B, actúan como escudos para bloquear el ataque de organismos microscópicos, como los virus. En consecuencia, nos volvemos más inmunes a las infecciones provenientes del exterior.


Tendría sentido entonces decir que, si llevamos nuestra atención al corazón y sentimos esas emociones elevadas, nuestra respiración se ralentiza y se profundiza. Mientras lo hace, en realidad está mandando una señal al cuerpo para regular y fortalecer los genes, así como para activar y fabricar más células T y células B.


Del mismo modo, el bombardeo constante de hormonas de estrés al cuerpo, que lo someten a un estado de emergencia constante, inhibe el gen del crecimiento y funcionamiento de las células T y las células B. En ese momento deja de ser apto para la defensa interna porque es hora de defenderse del exterior. Cuando existen amenazas externas de la vida real que percibimos como peligro extremo, es más eficiente y más importante utilizar la energía del cuerpo para la supervivencia del mismo.


- La reconstrucción


No hay nada malo en reaccionar ante nuestros ex, nuestras finanzas o las noticias, pero si mantenemos esa reacción durante largos períodos de tiempo, estaremos accediendo a que algo del mundo exterior controle la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. Y cualquier cosa del exterior que controle nuestros sentimientos y pensamientos nos convierte en víctimas del mundo exterior. Las personas que inconscientemente permiten que esto suceda, serán más susceptibles a su entorno y se convertirán en sus víctimas.


Pero si practicamos la inteligencia emocional, acortando el período refractario de nuestras emociones y permaneciendo en nuestro corazón, es lógico que fortalezcamos nuestro entorno interno y estemos más sanos y equilibrados.


Si abrir tu corazón durante cuatro días aumenta tu IgA en un 50%, imagina lo que puede suceder si lo haces durante el transcurso de todo el confinamiento.




por Joe Dispenza








DEL EGO AL CORAZÓN I







Cuatro etapas en la transformación de la conciencia

En las partes anteriores, hemos descrito los antecedentes históricos del viaje de los trabajadores de la luz desde la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón.
Esta parte estará enteramente dedicada a las características psicológicas de esta transformación. Hemos dividido este proceso en cuatro pasos o estadios, los cuales resumiremos otra vez para aclarar:

1. Estar insatisfechos de lo que la conciencia basada en el ego tiene para ofrecerles, anhelar “algo más”: el comienzo del final.

2. Comenzar a ser conscientes de sus ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.

3. Permitir que mueran dentro de ustedes las viejas energías basadas en el ego, eliminando el capullo, siendo su nuevo ser: el final del final.

4. El despertar dentro de ustedes de la conciencia basada en el corazón, motivada por amor y libertad; ayudar a otros a hacer la transición.

Estadio uno: el ego ya no satisface más

La transición desde la conciencia basada en el ego a la basada en el corazón comienza con la experiencia de un vacío interior. Cosas que antes les llamaban completamente la atención, o situaciones que los atrapaban completamente, ahora los dejan vacíos o sin inspiración. De algún modo, las cosas parecen haber perdido su significado usual y propósito.

La conciencia, antes de que se experimente este vacío, está en las garras del miedo y consecuentemente necesita reafirmarse a sí misma constantemente. Está constantemente buscando validación externa, porque no está dispuesta a enfrentar el subyacente miedo al rechazo y a la soledad. Este miedo profundo y la necesidad de validación externa puede haber estado mucho tiempo escondido como el verdadero motivo de sus acciones. Toda su vida puede haber sido construida sobre esto, sin que ustedes sean conscientes de ello. Tal vez ustedes son conscientes de una vaga intranquilidad o tensión interior. Pero frecuentemente, una circunstancia mayor tal como la ruptura de una relación, el fallecimiento de alguien amado o la pérdida de un trabajo, ha venido a invitarlos a verdaderamente examinar de qué se trata esta tensión o intranquilidad.

Cuando el ego es el centro de su ser, su conciencia y su vida emocional están en estado de calambre. Ustedes están encogidos por miedo, y debido a esta posición, están constantemente a la defensiva. Cuando ustedes están en la etapa del ego, siempre experimentan carencia, necesidad de más. La base de sus pensamientos, sentimientos y acciones es un agujero negro, un vacío que nunca puede ser llenado completamente. A medida que ustedes desvían su conciencia de él, es un agujero de miedo, un lugar cubierto por sombras. En las sombras, hay un vacío, del cual son vagamente conscientes, pero ustedes no quieren ir allí.

En esta etapa, sus relaciones con Dios o Todo Lo Que Es está marcada por sentimientos de separación. Profundamente en su interior, se sienten solos y abandonados. Sienten como si fuesen un fragmento quebrado, sin significado, sin propósito. Y mientras ustedes ocultan su miedo a esto, solo lo experimentan indirectamente, como una sombra.

La gente se aterroriza de enfrentar el vacío interno con plena consciencia. Ellos se aterrorizan de encontrar la cabeza de su oscuridad interior e investigarla. Sin embargo, si ustedes no la enfrentan, todavía estará allí, y ustedes necesitarán desarrollar ‘estrategias para manejarlo’ para hacer la vida soportable. La estrategia del ego siempre es tratar con el problema en la periferia, en lugar de hacerlo en el centro. El ego busca resolver el problema moviendo la conciencia hacia fuera. Trata de aliviar el dolor interno alimentándolos con energías externas. Las energías a las que particularmente se aficionan son reconocimiento, admiración, poder, atención, etcétera. De este modo, el ego aparentemente crea una respuesta al anhelo profundo del alma por unidad, seguridad y amor.

Este anhelo es en sí mismo enteramente válido y genuino. Es Dios llamándolos. Es su propia naturaleza llamándolos. ¡Ustedes son Dios! Dios es la energía de la unidad, seguridad y amor. Todos anhelan el amor incondicional y el abrazo de la Energía que ustedes llaman Dios. En esencia, éste anhelo es el anhelo de darse cuenta totalmente de, y por lo tanto ser uno con, su propio Ser divino. Su propia divinidad es su entrada al amor incondicional. Ustedes sólo pueden encontrarlo yendo a través del miedo y la oscuridad que los rodea, y esto lo hacen volviéndose hacia el interior, en lugar de ir hacia el exterior. Ustedes lo hacen empleando su conciencia como una luz que ahuyenta a las sombras. La conciencia es luz. Por lo tanto, ésta no necesita luchar con la oscuridad; su mera presencia la disuelve. Volviendo su consciencia hacia el interior, en verdad les sucederán milagros.

El ego, sin embargo, procede exactamente del modo contrario. Registra la necesidad de amor y seguridad, pero apunta a responder a esta necesidad sin enfrentar la oscuridad y el miedo interior. Para efectuar esto, aplica un cierto ‘truco’: transforma la necesidad de amor en necesidad de aprobación o reconocimiento por parte de otras personas. Una vez que ustedes piensan que ser amado es ser admirado por sus logros, no necesitan ir al interior por amor nunca más; ¡ustedes simplemente tienen que trabajar más duro! De este modo, el ego se esfuerza por mantener la tapa en la cacerola del miedo.

Su anhelo original por amor y dichosa unidad ahora ha sido distorsionado en el deseo por reconocimiento. Ustedes están constantemente buscando validación externa, la cual temporalmente les provee algo de seguridad. Su conciencia está esencialmente focalizada en el mundo externo.

Ustedes confían en el juicio de otras personas y son muy nerviosos acerca de lo que la gente piensa de ustedes. Esto es muy importante para ustedes, ya que su autoestima depende de esto. En realidad, ustedes sienten que su autoestima desciende y desciende, ya que están entregando su poder a fuerzas externas, quienes los juzgan por sus desempeños externos, no por su verdadero ser.

Mientras tanto, el sentimiento profundamente asentado de abandono y soledad no es aliviado. En realidad, se vuelve peor, ya que ustedes rehúsan mirarlo. Esto, que ustedes no quieren mirar, viene a ser su ‘lado ensombrecido’. El miedo, el enojo y la negatividad pueden rondar ahí e influenciarlos, intensificado por la negación a ir dentro.

El ego puede ser muy tenaz cuando viene a suprimir ciertas dudas, sospechas y sentimientos; no dejará el control fácilmente.

Lo que ustedes perciben como ‘malo’ en su mundo siempre es el resultado de adherirse al poder personal. Es rechazo a entregar control y aceptar el miedo y la oscuridad interior.

El primer paso a la iluminación es rendirse a lo “que es”.

Iluminación significa que ustedes permiten todos los aspectos de su ser en la luz de su conciencia. Iluminación no significa que ustedes son completamente conscientes de todo dentro de ustedes, sino que ustedes están deseando enfrentar cada aspecto conscientemente.

Iluminación es igual a amor. Amor significa: aceptación de ustedes mismos tal como son.

La oscuridad interior, que siente el abandono en lo más profundo de sus almas y que todos ustedes temen tanto, es temporal. La etapa del ego es solo un paso en el largo desarrollo y despliegue de la conciencia. En esta etapa, el primer salto es dirigirse hacia una conciencia divina individualizada.

El nacimiento de una conciencia individual, el nacimiento de ustedes como un “alma separada”, va junto con la experiencia de ser dejado solo, de ser separado de su Madre/Padre. Es comparable al trauma del nacimiento en su mundo físico. En el útero, el bebé experimenta un sentimiento oceánico de unidad con su madre. Cuando nace, viene a ser una unidad en sí mismo.

Debido a este trauma de nacimiento – hablando ahora del nacimiento del alma- el alma adquiere un sentimiento de ser dejada aparte; tiene que desprenderse de todo lo que es dado por garantizado.

(En un capítulo posterior, volveremos a la noción del nacimiento del alma; solo queremos remarcar aquí que también hay un aspecto del alma que es eterno y sin tiempo, es decir no expuesto al nacimiento y muerte).

El alma recién nacida anhela un retorno al estado de semiconsciencia de unidad, del cual ella viene y que ella considera ser su Hogar. Ya que esto es imposible, ella experimenta gran temor y sentimientos de desolación y duda. Este temor interno y desorientación, gradualmente, generará el lugar de procreación para la confiscación de poder del ego. El alma tiene que tratar con el miedo y el dolor, y el ego promete darle una solución. El ego exhibe el prospecto de poder y control a la conciencia del alma. El alma, sintiéndose sin poder y perdida, se entrega y coloca al ego al comando.

El ego es esa parte del alma que está orientada hacia lo material, hacia el mundo externo. En esencia, el ego es el instrumento del alma para manifestarse a sí misma en el ser físico dentro del tiempo y el espacio.

El ego provee conciencia con foco. Este vuelve a la conciencia específica en lugar de oceánica, “aquí y ahora” en lugar de “en todo lugar”. El ego traslada los impulsos internos a formas materiales específicas. Es esa parte de ustedes que llena el vacío entre la parte de ustedes no física (espiritual) y la parte física.

Para el alma como un ser espiritual no físico, es totalmente anormal estar estancada en tiempo y espacio.

El alma es la parte de ustedes mismos esencialmente independiente y libre. El ego, por otro lado, ata y fija.

Les permite funcionar en la realidad física. Como tal, el ego juega un papel verdaderamente valioso que no tiene nada que ver con “bueno” o “malo”. Cuando éste funciona en una situación equilibrada, es neutral y una herramienta indispensable para el alma que habita en la tierra en un cuerpo físico.

Sin embargo, cuando el ego comienza a gobernar la conciencia del alma, en lugar de funcionar como su herramienta, el alma se desequilibra. Cuando el ego dispone sobre el alma (el rasgo típico de la conciencia basada en el ego), el ego no trasladará simplemente los impulsos internos a la forma material, sino que controlará y suprimirá selectivamente aquellos impulsos. El ego entonces les presenta una imagen distorsionada de la realidad. El ego desequilibrado siempre está persiguiendo el poder y control y en esta luz interpretará todos los hechos como positivos o negativos.

Es bastante instructivo descubrir sus propias motivaciones basadas en el poder y control en su andar diario. Traten de observar cuán a menudo ustedes quieren atar cosas o personas a su voluntad, incluso si es por una causa noble. ¿Cuán frecuentemente ustedes se fastidian porque las cosas no van a su modo?

Es importante darse cuenta que debajo de la necesidad de control siempre está el miedo de perder control. Por lo tanto, pregúntense a ustedes mismos: ¿Cuál es el riesgo de liberar control, de dejar ir la necesidad por lo predecible? ¿Cuál es mi temor más profundo?

El precio que ahora ustedes están pagando por mantener las cosas “bajo control es que sus actitudes hacia la vida son tensas y reprimidas.

Cuando ustedes se atreven a vivir desde la inspiración interna, y sólo hacen lo que les brinda alegría, esto creará un orden natural y verdadero en sus vidas. Ustedes se sentirán relajados y felices, sin la necesidad de moldear el flujo de vida. Esto es vivir sin temor: vivir con plena confianza en lo que la vida les traerá. ¿Pueden ustedes hacer eso?

Para un alma joven, la trampa de la conciencia basada en el ego es casi inevitable. El ego ofrece una salida al problema (de miedo y abandono); desvía su atención de “lo que está ahí en el interior” a “lo que ustedes quieren obtener del mundo externo”. Esta no es la solución real del problema, pero parece traer alivio por un tiempo. Ejercer poder y control sobre su entorno puede darles una satisfacción temporal o ‘estímulo’. Hay un breve sentimiento de ser amado, admirado y respetado. Alivia su dolor por un tiempo. Pero es de corta vida y tienen que esforzarse otra vez para destacarse, para ser incluso mejores, más bellos o más útiles. Por favor, sean conscientes de que, bajo la bandera del ego, ustedes pueden ser tanto dulces como maliciosos, tanto los que dan como los que toman, tanto dominantes como serviles. Mucho de lo que se da aparentemente con generosidad es un llamado inconsciente de atención, amor y reconocimiento hacia el que recibe el regalo. Cuando ustedes están siempre cuidando y dando a otros, simplemente están escondiéndose de ustedes mismos. Por lo tanto, para entender qué significa la dominación del ego, ustedes no necesariamente tienen que pensar en crueles tiranos como Hitler o Saddam Husein. Sostengan esto simplemente; obsérvense en su vida diaria. La presencia de la dominación del ego puede reconocerse por la necesidad de controlar cosas. Ustedes quieren que cierta persona se comporte de un modo determinado, por ejemplo. Para hacer que esto suceda, ustedes exhiben cierto tipo de comportamiento. Ustedes son condescendientes y dulces, por ejemplo, y tratan de no herir nunca los sentimientos de algún otro. Hay una necesidad de control detrás de este comportamiento. “Porque quiero que tú me quieras, no estaré nunca en contra tuyo”. Esta línea de pensamiento está basada en el miedo. Es miedo de depender de ustedes mismos, miedo de ser rechazado o abandonado. Lo que parece ser dulce y agradable en realidad es una forma de abnegación. Esto es el ego trabajando.

Mientras el ego gobierne sus almas, para sentirse bien, necesitarán alimentarse a sí mismos con la energía de otros. Parecen tener que merecer la aceptación de otras personas, de una autoridad exterior a ustedes. Sin embargo, el mundo que los rodea no es fijo o estable. Ustedes realmente nunca pueden confiar en la fidelidad permanente de aquél en quien ustedes confían, sea este cónyuge, jefe o padres. Esto es lo que ustedes tienen que “trabajar” todo el tiempo, estar siempre en vigilancia de “porciones de aprobación” viniendo a ustedes. Esto explica el estado de tensión y nerviosismo de la mente en el que permanentemente se encuentra cualquiera que esté en la etapa del ego.

El ego no puede proveerlos de verdadero amor y autoestima. La solución que ofrece para el trauma de abandono en realidad es un agujero sin fondo. La verdadera misión de la conciencia del alma joven es volverse los padres que ha perdido.

Por favor sean conscientes de que le estructura de la vida terrestre, considerando el proceso de comenzar como un bebé desamparado y crecer para ser un adulto independiente, a menudo los invita a hacer precisamente eso. Cuán frecuentemente la llave para la felicidad real en sus vidas consiste en esto: que ustedes lleguen a ser sus propios padre y madre, y darse a ustedes mismos el amor y la comprensión que han perdido y está perdida desde otros. A la larga, al nivel metafísico al cual hemos estado hablando, esto significa: llegar a comprender que ustedes son Dios, no una de sus pequeñas ovejas perdidas. Ésta es la comprensión que los llevará al hogar. Ésta es la comprensión que los llevará al corazón de quienes ustedes son, lo cual es amor y poder divino.

El final de la etapa del ego aparece cuando el alma se da cuenta de que está repitiendo una y otra vez el mismo ciclo de acciones y pensamientos. El ego pierde su dominio cuando el alma se vuelve agotada y aburrida de esforzarse todo el tiempo por un tesoro incluso fugaz. El alma entonces comienza a sospechar que las promesas del juego en el que está son falsas y que en realidad no hay nada allí que ganar para ella. Cuando se cansa de intentar y estar encima de eso todo el tiempo, ella deja ir un poco el control.

Con menos energía yendo a controlar los pensamientos y comportamiento, se abre un espacio energético que permite experiencias nuevas y diferentes.

Al principio, cuando ustedes entran a esta etapa, pueden sentirse solamente muy cansados y vacíos por dentro. Las cosas que antes consideraban importantes ahora pueden parecer completamente sin significado. A menudo, pueden emerger temores que no tienen causas claras o inmediatas. Pueden ser vagos temores a morir o a perder a sus seres queridos. También puede surgir ira, relacionada con situaciones en sus trabajos o en sus matrimonios. Todo lo que parecía ser evidente por sí mismo ahora está bajo duda.

Aquello que la conciencia basada en el ego intentaba prevenir, finalmente sucede.
Gradualmente, la tapa se levanta de la olla, y toda clase de emociones incontrolables y temores salen y entran a su conciencia, sembrando duda y confusión en su vida. Hasta aquel momento, ustedes estuvieron funcionando mayormente en piloto automático. Muchos patrones de pensamientos y de sentimientos dentro de ustedes sucedían automáticamente; ustedes les permitían pasar incuestionablemente. Esto daba unidad y estabilidad a su conciencia. Sin embargo, cuando su conciencia crece y se expande, su personalidad se divide en dos. Una parte de ustedes quiere mantenerse en los viejos modos, la otra parte cuestiona estos modos y los confronta a ustedes con sentimientos desagradables tales como la ira, el miedo y la duda.

La expansión de la conciencia que ocurre al final de la etapa del ego es de este modo frecuentemente experimentada como un aguafiestas, un intruso mal recibido que arruina el juego. Esta nueva consciencia altera todo lo que antes parecía obvio y despierta emociones dentro de ustedes con las cuales no saben cómo tratar. Cuando ustedes comienzan a dudar de los modelos de pensamiento y acción basados en el ego, una nueva parte de ustedes entra a su consciencia. Es la parte de ustedes que ama la verdad en lugar del poder.

Vivir conforme a lo que dispone el ego es muy represivo. Ustedes están sirviendo a un pequeño – temeroso- dictador que aspira al poder y al control, no solo sobre su entorno, sino específicamente sobre ustedes.

Sus flujos de sentimientos e intuición espontáneos son reprimidos por él. Al ego no le gusta mucho la espontaneidad. Los retiene de expresar libremente sus sentimientos, ya que los sentimientos y las emociones son incontrolables e impredecibles, lo cual es peligroso para el ego. El ego trabaja con máscaras.

Si su ego les dicta: “sé dulce y considerado, para ganar la simpatía de las personas”, ustedes sistemáticamente suprimirán sentimientos de desagrado e ira dentro de ustedes. Si comienzan a dudar de la viabilidad de este mandato, estás emociones suprimidas aparecerán inmediatamente. Los sentimientos no se eliminan al ser suprimidos. Ellos siguen viviendo y ganan intensidad cuanto más son suprimidos.

Una vez que el alma experimenta el vacío y la duda que es tan característico del final de la etapa del ego, es posible encontrar y enfrentar todos los sentimientos y emociones que antes estuvieron escondidos en la oscuridad. Estos sentimientos y emociones contenidos son la puerta de entrada a su Ser superior. Explorando lo que ustedes realmente sienten, en lugar de lo que se supone que deban sentir, ustedes recuperan su espontaneidad e integridad, esa parte de ustedes que a menudo es llamada su ‘niño interior’. Tomando contacto con sus verdaderos sentimientos y emociones se colocan en el camino de la liberación. La transición a la conciencia basada en el corazón ha comenzado entonces.


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CAPÍTULO 1: EL INFIERNO



«El infierno no tiene cabida en un mundo cuya hermosura puede todavía llegar a ser tan deslumbrante y abarcadora que sólo un paso la separa del Cielo.»


(Los textos citados directamente de “A Course in Miracles” se han colocado entre comillas angulares. Las citas que aparecen entre comillas altas son interpretaciones parafraseadas de dicha obra.)



1. LA OSCURIDAD


«Tu viaje hacia la oscuridad ha sido largo y penoso, y te has adentrado muy profundamente en ella.»

Lo que sucedió con mi generación fue que nunca crecimos. El problema no es que estemos perdidos o seamos apáticos, narcisistas o materialistas. El problema es que nos sentimos aterrados.


Muchos sabemos que tenemos lo que se necesita: la presencia, la educación, el talento, las credenciales... Pero en ciertos dominios estamos paralizados. No nos detiene algo de afuera, sino algo de adentro. Nuestra opresión es interna. No nos refrena el gobierno, ni el hambre ni la pobreza. No tenemos miedo de que nos envíen a Siberia. Tenemos miedo, y punto. Un miedo difuso. Tenemos miedo de que nuestra relación de pareja no sea la que necesitamos, o de que sí lo sea. Tenemos miedo de no gustar a los demás o de gustarles. Tenemos miedo del fracaso o del éxito. Tenemos miedo de morirnos jóvenes y también de envejecer. Tenemos más miedo de la vida que de la muerte.


Se diría que habríamos de sentir cierta compasión por nosotros mismos, inmovilizados como estamos por cadenas emocionales, pero no es así. Sólo nos sentimos avergonzados de nosotros mismos, porque pensamos que a estas alturas deberíamos ser mejores. A veces cometemos el error de creer que los demás no tienen tanto miedo como nosotros, y eso sólo sirve para asustarnos más. Quizás ellos sepan algo que nosotros no sabemos. Tal vez nos falte algún cromosoma.


En nuestros días está de moda culpar prácticamente de todo a los padres. Pensamos que por su culpa tenemos tan poca autoestima. Si ellos hubieran sido diferentes, estaríamos rebosantes de amor por nosotros mismos. Pero si te fijas bien en la forma en que te trataban tus padres, verás que -salvo casos extremos- cualquier maltrato que hayas recibido en el pasado de ellos era leve si lo comparas con la forma en que te maltratas tú hoy. Es verdad que quizá tu madre te haya dicho muchas veces: Jamás serás capaz de hacer eso. Pero lo que tú te dices ahora es: -Eres idiota. Nunca haces nada bien. La cagaste. Te odio.
Quizás ellos nos hayan tratado mal, pero nosotros somos crueles.


Nuestra generación se ha hundido en un auto aborrecimiento apenas disimulado. Y siempre, desesperadamente incluso, estamos buscando una salida, ya sea por la vía del crecimiento o por la de la huida. Tal vez con este diploma lo consigamos, o con este trabajo, este seminario, este terapeuta, esta relación, esta dieta o este proyecto. Pero con demasiada frecuencia la medicina no llega a curarnos, y las cadenas se hacen cada vez más gruesas y estrechas. Los mismos seriales se repiten con diferentes personas en diferentes ciudades. Empezamos a darnos cuenta de que el problema somos, de alguna manera, nosotros mismos, pero no sabemos qué hacer con ese descubrimiento. No tenemos suficiente poder para frenarnos. Todo lo saboteamos, todo lo abortamos: nuestra carrera, nuestras relaciones, hasta nuestros hijos. Bebemos, nos drogamos, controlamos, nos obsesionamos, co-dependemos, comemos en exceso, nos escondemos, atacamos... La forma no viene al caso. Somos capaces de encontrar un montón de maneras diferentes de expresar hasta qué punto nos odiamos.


Pero sin duda lo expresaremos. La energía emocional tiene que ir a alguna parte, y el auto aborrecimiento es una emoción poderosa. Si se vuelve hacia adentro, se convierte en nuestros infiernos personales: adicciones, obsesiones, compulsiones, depresión, relaciones violentas, enfermedades … Proyectado hacia afuera, se convierte en nuestros infiernos colectivos: la violencia, la guerra, el crimen, la opresión... Pero todo es lo mismo; el infierno también tiene muchas mansiones.


Recuerdo, hace años, haber tenido una imagen mental que me asustó terriblemente. Veía a una niña, dulce e inocente, que llevaba un delantal blanco de organdí, acorralada contra la pared, gritando desesperadamente. Una mujer maligna e histérica le atravesaba repetidas veces el corazón con un cuchillo. Yo sospechaba que era ambos personajes, que los dos vivían como fuerzas psíquicas dentro de mí. A medida que pasaban los años, iba sintiendo cada vez más miedo de aquella mujer del cuchillo. Era algo activo dentro de mí. Escapaba totalmente de mi control, y yo tenía la sensación de que quería matarme.


Cuando estaba más desesperada, busqué un montón de maneras de salir de mi infierno personal. Leí libros sobre la forma en que la mente crea nuestra experiencia, sobre cómo el cerebro es una especie de ordenador biológico que elabora cualquier información que introduzcamos en él con nuestros pensamientos. «Piensa en el éxito y lo alcanzarás», «Si esperas fracasar lo conseguirás», leía. Pero por más que me esforzaba en cambiar mis pensamientos, seguía volviendo a los que más me dolían. Se produjeron avances pasajeros: me esforzaba por tener una actitud más positiva, por recuperarme y conocer a otro hombre o conseguir un nuevo trabajo. Pero volvía siempre a la pauta familiar de traicionarme a mí misma. Finalmente me portaba de una manera odiosa con el hombre o saboteaba el trabajo. Perdía cinco kilos y los recuperaba rápidamente, aterrorizada por la sensación de parecer atractiva. Lo único que me asustaba más que no llamar la atención de los hombres era provocarla en exceso. El surco del sabotaje era profundo, y su funcionamiento automático. Es cierto que podía cambiar mis pensamientos, pero no de forma permanente. Y no hay más que una variante de desesperación peor que «Cielos, metí la pata», y es «Cielos, la volví a meter».


Mis pensamientos dolorosos eran mis demonios, y los demonios son insidiosos. Por mediación de diversas técnicas terapéuticas, llegué a estar muy al tanto de mis propias neurosis, pero eso no necesariamente las exorcizaba. La basura no se iba; simplemente se refinaba. A veces le explicaba a alguien cuáles eran mis puntos débiles, y usaba un lenguaje tan consciente que sin duda esa persona debía pensar que evidentemente yo me conocía muy bien y que jamás volvería a hacer aquello.


Pero sí que lo hacía. Reconocer mis debilidades no era más que una manera de desviar la atención. Y entonces perdía los estribos y me comportaba de una manera atroz y escandalosa con tal rapidez y naturalidad que nadie, y yo menos que nadie, podía hacer nada para detenerme antes de haber arruinado por completo una situación. Decía exactamente las palabras que harían que mi pareja me abandonara, o me diera una bofetada, o las precisas para que me despidieran del trabajo, o algo peor. En aquel entonces jamás se me ocurrió pedir un milagro.


Aunque, en realidad, no habría sabido qué era un milagro, ya que los ponía en la categoría de la basura pseudomístico-religiosa. No sabía, hasta que leí Un curso de milagros, que es razonable pedir un milagro. No sabía que no es más que un cambio en la manera de percibir.


Una vez estuve en una reunión de personas que seguían un programa de 12 Pasos y le pedían a Dios que las librara del deseo de beber. Yo nunca había tenido ningún comportamiento adictivo en particular. Lo que me estaba haciendo polvo no era el alcohol, ni tampoco otras drogas; era mi personalidad en general, esa mujer histérica que llevaba dentro. Para mí, mi negatividad era tan destructiva como el alcohol para el alcohólico. Cuando se trataba de encontrarme yo misma la yugular, era una artista. Era como si fuera adicta a mi propio dolor. ¿Podía pedirle a Dios que me ayudara con aquello? Se me ocurrió que, lo mismo que con cualquier otro comportamiento adictivo, quizás un poder mayor que yo misma podría cambiar completamente las cosas, algo que no habían podido hacer ni mi intelecto ni mi fuerza de voluntad. Entender lo que había sucedido cuando tenía tres años no había sido suficiente para liberarme. Los problemas que yo pensaba que finalmente desaparecerían, seguían empeorando año tras año. No había evolucionado emocionalmente tal como debería haberlo hecho, y lo sabía. Era como si hubiera habido un corto circuito en algún profundo lugar de mi cerebro. Como muchas otras personas de mi generación y mi cultura, había perdido el rumbo hacía muchos años y, en ciertos sentidos, simplemente nunca llegué a crecer. Hemos tenido la post-adolescencia más larga de la historia. Como víctimas de una parálisis emocional, necesitamos retroceder unos pocos pasos para seguir avanzando. Necesitamos que alguien nos enseñe los elementos básicos.


En cuanto a mí, me metiera donde me metiera, siempre había pensado que podía arreglármelas sola para salir del lío. Era lo bastante guapa, o lo bastante lista, o tenía suficiente talento o inteligencia... y si nada de eso me servía, podía llamar a mi padre para pedirle dinero. Pero finalmente me metí en tantos líos que comprendí que necesitaba más ayuda de la que yo sola podía conseguir. En las reuniones de los programas de 12 Pasos seguía oyendo decir que un poder más grande que yo podía hacer por mí lo que yo no podía hacer sola. No me quedaba nada más que hacer ni nadie más a quien llamar. Finalmente, el miedo llegó a ser tan grande que ya no me sentí demasiado moderna para decir: «Dios, por favor, ayúdame».


2. LA LUZ

«La luz está en ti.»

De modo que pasé por ese momento espectacular y grandioso en que invité a Dios a mi vida. Al principio era aterrador, pero me fui acostumbrando a la idea.


Después de aquello, en realidad, nada fue como yo esperaba que fuese. Había pensado que las cosas mejorarían, algo así como si mi vida fuera una casa y yo creyera que Dios le daría una estupenda mano de pintura... y quizá le cambiara los postigos, le construyera un bonito pórtico y le pusiera techo nuevo. En cambio, tan pronto como entregué la casa a Dios, sentí que Él me la derribaba de un solo golpe, como si me estuviera diciendo:


-Lo siento, cariño, pero los cimientos estaban agrietados, y no hablemos de las ratas que había en el dormitorio. Me pareció mejor empezar todo de nuevo.


Yo había leído sobre personas que, tras entregarse a Dios, sentían una profunda sensación de paz que descendía como un manto sobre sus hombros. Y ese sentimiento lo tuve, pero apenas durante un minuto y medio. Después me sentí simplemente como si me hubieran atropellado. Eso no me hizo desconectarme de Dios, sino más bien respetar Su inteligencia. Aquello implicaba que Él entendía la situación mejor de lo que yo habría esperado. Si yo fuera Dios, también me habría atropellado. Me sentí más agradecida que resentida. Necesitaba desesperadamente ayuda.


Generalmente se precisa llegar a una cierta desesperación antes de estar preparado para Dios. Cuando llegó el momento de la entrega espiritual, yo no me lo tomé en serio, realmente en serio, hasta que no estuve completamente de rodillas. Había llegado a tal nivel de confusión, que nada ni nadie podría haber hecho que Marianne volviese a funcionar. La histérica que yo llevaba dentro era presa de una rabia maníaca, y la niña inocente estaba de espaldas contra la pared. Me hundí. Atravesé la frontera entre estar sufriendo, pero seguir siendo capaz de funcionar normalmente y estar sentada en un rincón del jardín de un psiquiátrico. Fui presa de lo que se suele llamar un colapso nervioso.


Los colapsos nerviosos constituyen un método de transformación espiritual sumamente menospreciado. Es indudable que su función es llamarnos la atención. Sé de personas que año tras año tienen pequeños colapsos, y cada vez se detienen justo antes de que la experiencia haga impacto en el centro. Creo que yo tuve suerte al haber experimentado de un solo golpe la vivencia completa. Lo que aprendí entonces no lo olvidaré. La experiencia fue dolorosa, pero ahora la veo como un paso importante y necesario en mi avance decisivo hacia una vida más feliz.


Entre otras cosas, sentí una profunda humildad. Vi con muchísima claridad que «yo, por mí misma, no soy nada». Mientras no te pasa esto, sigues probando todas tus viejas tretas, las que nunca te resultaron, pero que sigues pensando que quizás esta vez funcionen. Cuando te has hartado y ya no puedes seguir con lo mismo, consideras la posibilidad de que haya un camino mejor. Entonces la cabeza se te abre y Dios puede entrar.


Durante aquellos años me sentía como si el cráneo me hubiera estallado, como si se hubiera desparramado en miles de pedacitos por el exterior. Después, muy lentamente, empezaron a reunirse de nuevo. Pero mientras mi cerebro estaba así al desnudo, fue como si le renovaran los cables, como si me hubieran sometido a alguna especie de cirugía psíquica. Sentí que me había convertido en un ser diferente.


Son más las personas que han sentido, de alguna manera, que les estallaba la cabeza que las que se han animado a admitirlo ante sus amigos. Hoy por hoy, no es un fenómeno excepcional. Actualmente, la gente choca contra las paredes... social, biológica, psicológica y emocionalmente. Pero esto no es una mala noticia; en cierto sentido, es algo bueno. Mientras no terminas por caer de rodillas, apenas si estás jugando a la vida, y en cierto nivel sientes miedo, porque sabes que apenas si estás jugando. El momento de la entrega no es cuando se acaba la vida. Es cuando comienza.


No es que ese momento de eureka que es el clamar a Dios lo sea todo, y que en lo sucesivo uno se encuentre en el Paraíso. Simplemente, has empezado la ascensión. Pero ahora sabes que ya no estás corriendo en círculo al pie de la montaña, sin llegar nunca realmente a ninguna parte, soñando con la cumbre y sin la menor idea de cómo llegar a ella. Para muchas personas, las cosas tienen que ponerse muy mal antes de que haya un cambio. Cuando realmente tocas fondo, entonces llega el júbilo de la liberación, y reconoces que en el universo hay un poder más grande que tú, que puede hacer por ti lo que tú no puedes hacer. Y súbitamente te parece que, al fin y al cabo, es una excelente idea.


Qué ironía. Te pasas la vida entera resistiéndote a la idea de que allí afuera haya alguien más listo que tú, y entonces, de pronto, sientes un gran alivio al saber que es verdad. De pronto, ya no tienes demasiado orgullo para pedir ayuda.


Eso es lo que significa entregarse a Dios.


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