CINCO CLAVES PARA HALLAR LA FELICIDAD

 




CREER Y CREAR REGLAS PARA RE-ENCANTAR LA VIDA



Trascripción de la charla que Jorge Carvajal impartió  en el Colegio de los Agustinos de Madrid, bajo el título “Creer y crear reglas para re-encantar la vida”. El acto fue organizado por la Fundación Ananta. El doctor y guía espiritual colombiano expuso cinco vías para hallar la auténtica felicidad.


Podríamos callar, mirarnos a los ojos y sonreírnos. Podríamos encontrar en esos ojos una humanidad profunda y entrar en ese territorio de la magia que es el territorio de la vida. Podríamos creer que vivimos más allá de existir, a pesar de nuestro cáncer, a pesar de nuestro dolor…


A pesar de nuestras pequeñas miserias hay tanta grandeza en la semilla humana… Hay tanto en nosotros esperando para ser, para fructificar, para amar… Hay tanta humanidad esperándonos en las fronteras, esperando un encuentro entre el Norte y el Sur, entre el Oriente y Occidente… para así encontrar ese sol del centro del ser humano.


Hay tanto en nosotros esperando revelarse, recrearse, fructificar. Somos semilla y a partir de ese potencial infinito, de ese océano interior podemos re-encantar la vida. Podemos volvernos a crear y así divertirnos y gozar.


¿Y si de pronto pensáramos todos que el sentido de la vida es la felicidad? ¿Y si nos atreviéramos a ser felices? ¿Cómo sería eso? ¿Cuáles serían los ingredientes de la felicidad? ¿Si pudiéramos identificarnos con el ser que somos y no con la sombra, la apariencia o la dependencia?


¿Y si de repente volviéramos a ser lo que somos, auténticos, creadores de nuestros propios días? ¿Si pudiéramos entrar de lleno en ese río profundo de la vida que nos habita en cada instante, para encontrar en su cauce, corrientes de amor?


¿Si pudiéramos despertar ese torrente amoroso que habita en nuestra sangre…? ¿Si pudiéramos reencontrar la fuerza de nuestra propia identidad y así nos completáramos los unos a los otros? ¿Si pudiéramos, como Pablo Neruda decir: “Súbete conmigo a nacer, hermano”?


¿Si pudiéramos entrar en nosotros y aceptarnos reconocernos y amarnos…? Dejar de buscar a Dios en el exterior y descubrir que estaba allí en nosotros, esperándonos en nuestro propio corazón con su infinito potencial. ¿Si el único partido que tomáramos fuera a favor del ser humano y nuestra única religión, la del amor, y nuestro único método, el de la hermandad? Descubriríamos que cada cosa, cada evento es un maestro con el alma como aprendiz.


¿Si nos bajáramos de los pedestales del orgullo, de la maestría y del materialismo de una vida repetitiva y nos inventáramos la vida y regresáramos a la inocencia y ésta no fuera una inocencia ingenua, sino consciente? Entonces, volveríamos a ser como niños, porque el Reino de la inocencia es el Reino de los Cielos y él está en nosotros y es un templo de relaciones…


¿Si miráramos al dolor y la enfermedad como un Maestro? ¿Si aprendiéramos la lección y más allá de la culpa y más allá de la carga pudiéramos liberar la levedad de ese aprendizaje y con esa levedad ascender?


Hay seres humanos que creyeron en imposibles y los realizaron. Ahí está Ghandi, Simón Bolívar, la Madre Teresa … Ahí están con la desnudez de su autenticidad. No tuvieron más escudo que su conciencia del amor y su corazón abierto. Soñadores de imposibles que nos demostraron que los imposibles se realizan cuando creemos en nosotros. Cuando creemos en nosotros activamos el potencial de un Dios que no es externo, sino que es interior, un Dios que nos acompaña y nos da su energía y su fuerza.


¿Es posible ser felices? , es posible, a pesar del dolor, pues el dolor no es lo contrario de la felicidad. Es posible ser felices a pesar de la muerte, pues la muerte no es lo contrario de la vida. Es posible ser felices a pesar de la tristeza, pues la tristeza no es lo contrario de la alegría. La felicidad es ese sentimiento leve de compasión y de aceptación que te lleva por la vía del Ser.


La felicidad es ese sentimiento incondicional en el que tú amas porque te da la gana, porque sí, porque llueve o hace sol; en cualquier caso sin ninguna condición. La felicidad sólo puede partir de ti. No es exterior, no depende de tu economía… La gente hoy, en Europa, tiene una economía dos veces superior a la de hace treinta años, pero es dos veces más infeliz. La felicidad no depende de los conocimientos. El conocimiento sin corazón es destructivo. De repente, adquieres un cáncer y descubres ese estado interior desde el cuál también puedes ser feliz. La felicidad es una construcción interior, parte de un paraíso interno. El Paraíso no es ajeno, tú lo pintas y entras después en él. Tú lo creas y lo re-creas.


En la felicidad no hay un Dios exterior. Tú eres a imagen y semejanza de ese Creador que habla en tu palabra, mira en tu mirada y ama con tu amor. ¿Podríamos entonces vislumbrar nuestro camino hacia la felicidad? Sí. Ese camino es un camino de retorno. Es un camino de consciencia. Es un camino que libera porque no está hecho de dependencias.


Nada que te ate, nada que te amarre, nada que conduzca al poder… te lleva a la felicidad. Más poder no da más felicidad, si no, más dependencia. Más placer no constituye más felicidad. Más vivir para los sentidos hace que pierdas el sentido. La felicidad es un camino hacia el sentido, un sendero que empieza en tu interior y termina en tu interior. Tú eres el centro del universo cuando eres consciente de ti.


La felicidad parte de la atención que es el uso fundamental de la conciencia. Cuando estás atento, te centras y eres dueño de ti mismo y de tu potencial. Cuando estás atento, generas un láser con tu propia consciencia y ahí habitas y tienes el movimiento, la vida y el ser. Cuando estás atento, construyes un espacio interior que te conecta con el infinito. Cuando estás atento, construyes el instante y en ese instante eres eterno. Cuando estás atento, te reconoces a ti mismo y vuelves a nacer de ti mismo, siendo el parto y el partero; eres el Creador, porque naces de ti y regresas a tu conciencia.


La atención es el momento más importante de la consciencia, es el momento de la creación en el que descubrimos el presente, es el tiempo de la sincronicidad, el tiempo de la resonancia. Uno nace al presente por la renuncia al pasado, al deshipotecar la vida de los condicionamientos del pasado. Tenemos la vida hipotecada con las expectativas hacia el porvenir y entonces nos perdemos el lugar de la vida que es este instante. Este instante es sagrado porque en este instante, y no en otro, vive el ser. Allí no hay tener, allí no hay placer, allí solamente bulle el ser y ese ser es lo que somos: potencial infinito que nos habita, Dios tan inmanente como trascendente… Ese Dios Universal se interioriza en nosotros y convierte la vida en algo mágico. Ese Dios nos humaniza y nos redime. Ese Dios permite que el reino mineral cante y baile y que el reino vegetal florezca y que el reino animal pueda sentir. Ese Dios permite que el ser humano tenga las alas del pensamiento y desde las alas del pensamiento restaure la intuición, la visión de la totalidad. Desde esa visión de la totalidad nos unimos de nuevo en el maravilloso Camino de Regreso al Creador, que Es y Somos.






La autenticidad es una genuina identidad, una identidad única, original; es la identidad que nos hace íntegros… La vida es creativa cuando es única. La vida es arte, se goza, se inventa a cada momento. Cuando eres único vives la magia del amor. El amor no se gasta, no es repetitivo, no se fatiga, el amor no es rutina, ni condición… Es una fuerza magnética, atractiva que te renueva a cada instante.


Cuando te puedes renovar a cada instante eres único. Cuando eres único, te das cuenta de que eres importante, porque eres irrepetible y no tienes competencia posible, porque puedes compartir, te puedes entregar sin temor a perderte y con cada entrega te vas a renovar, te vas a completar y además, vas a completar al otro con tus ojos, con tu abrazo, con tu palabra, con tu silencio, con tu compañía, con tu presencia… Así puedes disfrutar la vida. Primera clave para la felicidad: sé como tú; no como nadie más, único, irrepetible y original.


Da tu propia nota en la sinfonía de la creación, esa nota que es necesaria porque no hay dos seres humanos como tú. Cuando tú no pretendes ser como nadie más que como tú, entonces descubres esa corriente hermosa del Creador que eres, y entras en el mundo maravilloso de tu tierra, de tu raíz, de tu savia, entras en el lugar desde el que puedes re-nacer. Si no tienes ese útero que te está pariendo, que es tu propia identidad, si no te aceptas, si no te amas, si no te afirmas, nada podrás encontrar. Autoafírmate para que te completes, para que completes el universo.


Ello no sería posible si no te hubieras perdonado. Lo más duro en el momento de la muerte es la culpa, no el cáncer o es el dolor. Lo más doloroso es el miedo al más allá, al infierno de esa falsa creencia de que hay un Dios castigador, el temor oculto de que Dios no te va perdonar. Pero Dios es amor, y donde hay amor no puede haber juicio. El juicio está dentro de ti, el infierno está dentro de ti y eres tú quien lo ha construido.


Sin embargo, podrías construir un paraíso. La pregunta es: ¿cuentas contigo, te aprecias, te valoras, te reconoces? Ese es el primer paso en el sendero de la felicidad. Es un paso hacia el interior. Encuéntrate contigo, en tu centro. Respira profundo y siente la maravilla de la vida. El sol brilla para ti, los pájaros cantan para ti y el aire y de la magia de la mañana soplan para ti.


El universo celebra tu presencia cuando tú te presentas ante ti. Entonces, descubres tu rostro, que no es otro que el del amor, recuperas tu poder y entras en comunión. Vives en alegría y levedad y ya no tienes el peso del cuerpo, de la culpa, del condicionamiento… Aceptas tus luces y tus sombreas.


Reconocerás la nota clave de un corazón que nace y muere a cada instante. La muerte y el renacimiento del corazón es la sístole y la diástole, dura un solo segundo. En cada segundo el corazón se da entero. Si el corazón guardara una gota en cada segundo, en una hora tendríamos insuficiencia cardiaca. Hermoso sería que nosotros pudiéramos atender esa ley del corazón y así en cada segundo, desde tu identidad, entregar y fructificar sin medida. Ese fruto dulce de tu vida se hizo para dar.


Cuando ya tengas tu tierra y tu paraíso, multiplica tus semillas, porque así, dándote, se liberan y es dando como recibimos. Cuando nos damos descubrimos nuestra genuina identidad, nuestra tierra, nuestro paraíso. Cuando hay un yo aparece un tú. Entre el tú y el yo se genera un movimiento de resonancia, de comunicación coherente, de diálogo. Surge ahí una inteligencia que representa tu capacidad de adaptarte a la vida. No hay una inteligencia espiritual, separada de la inteligencia molecular. Es una inteligencia dinámica y adaptativa: tu capacidad de adaptación a la vida.


El segundo movimiento hacia la felicidad es la adaptabilidad. Adáptate a la vida, al cambio, a la corriente. No te resistas pues produces calor, desgastas tu energía. Cuando no te resistes, la vida pasa a través de ti y te refresca y te fecunda.


Necesitas del otro para mirarte, reconocerte, observarte en ese espejo y poder modificarte y crecer hacia un nuevo ser. Esa nueva tierra tuya ha sido fecundada por el tú, cuando el tú cabe en el yo, entonces surge la maravilla del nosotros.


En nuestros estudios hemos comprobado que allí donde hay más confianza en los demás: en el vecino, en el de al lado, en el gobernante, en el empresario…, allí donde hay más confianza porque hay más transparencia y más honestidad, hay también una mayor felicidad.


Nuestra tierra es vulnerable y puede así germinar. Nosotros somos también vulnerables y nos podemos adaptar. Nuestra adaptabilidad es nuestra mejor fortaleza.


¿De qué esta hecha nuestra vulnerabilidad? Está hecha de flexibilidad. No tenemos que ser perfectos. Cuando somos auténticos y a la vez somos flexibles podemos germinar. Cuando el propósito del alma germina, entonces nos podemos realizar.






La humildad es la clave del aprendizaje, sólo desde la humildad podemos abrir nuestro corazón y sensibilizar nuestra piel, todas nuestras pieles, la piel de nuestro campo mental, de nuestro campo emocional y abrirla a la caricia del cosmos.


Vulnerabilidad, humildad y flexibilidad son las claves para la nueva vida, para recuperar el poder de servir y disfrutar. El orgullo nos impide disfrutar, porque el orgullo nos separa. El orgullo divide y destruye el territorio de la conciencia, que es el territorio del nosotros.


Dos movimientos pues hasta el presente: El yo interno que nos conduce a la autenticidad y en segundo lugar la adaptabilidad para llegarnos al tú y construir un nosotros.


Ahí viene la tercera condición para la felicidad, la más difícil de todas: la vida cambia y todo muere. No hay nada constante. Todo muere salvo el cambio. No te resistas al cambio. El cambio te introduce en una corriente de transformación y transmutación que permite al Espíritu fecundarte.


El cambio es fuerza transmutadora. No temas el caos, pues es la matriz del cambio. No temas la oscuridad, pues son reveladores de la luz. Cuando aceptamos las transformaciones y las transmutaciones podemos ascender en la savia de la evolución, florecer y dar nuestro fruto.


Cuando nos reconocemos, encontramos la crisis aseguradora del cambio. Vivir es un proceso de cambio permanente. Cuando tenemos crisis, la vida se bifurca y no vuelve a ser la misma.


El cuerpo es un instrumento del ser y el ser es ese proceso de cambio permanente que nos empuja en un proceso de aprendizaje continuo… Vivir es encender un fuego interior, es convertir el conocimiento en sabiduría que nos permite desenvolvernos en un proceso de cambio permanente.

En el presente podemos siempre aprender del pasado. Podemos cambiar la historia aprendiendo las lecciones. Hay dos tipos de seres humanos: los aprendices y las víctimas. Tú puedes optar por una u otra vía. Puedes optar por dejar de ser víctima de tus creencias. Recuerda que ellas también pueden ser dagas o cáncer, pueden ser fatales.


Tú terminas convertido en aquello que crees de ti. Tú creas el universo en el que crees. Si tú crees que eres culpable, te castigarás de mil maneras. Si tú crees que no eres digno, te enfermarás. Podrías, sin embargo, mirar al pasado, con ojos de presente, de presencia y de amor, no para quedarte en el dolor de tu pasado, sino para aprender la lección que dejaste de aprender.


Todas las lecciones aprendidas te ayudan a disfrutar de la Presencia que habita en tu presente. Los problemas los podemos volver a re-vivir desde la consciencia y no desde la culpa o el condicionamiento.


El problema no es lo que nos pasó, el problema es cómo vivimos lo que nos pasó. Si pudiéramos dejar el rol de la víctima, podríamos resolver esos aspectos cruciales que siguen congelados en nosotros.


La historia no es lo que pasó, sino la lectura que haces de ella. Si no dejas ir a las cosas, éstas se siguen reflejando en tu fisiología, en tus relaciones, en tu vida…, turbando tu felicidad.


La sensibilidad nos puede liberar o nos puede matar. Si la abordamos desde la posición de la víctima, se convierte en lágrimas de cocodrilo, en sensiblería y nos predispone a la manipulación que es el terreno de la inconsciencia. Eso no es una verdadera relación humana, pues hay posesión, chantaje…


En el terreno de la sensiblería todos somos víctima. ¡Que se acabe ese territorio de la sensiblería y el chantaje emocional y asumamos nuestra responsabilidad! Cuando nos duele la vida es que nos estamos despertando. No necesitamos tantos analgésicos. De pronto, necesitamos un dolor más grande para saber lo que éramos. De pronto, alguien necesita ver la cara de la muerte para constatar el valor de su vida, de su mujer, de su hijo… Tal vez tengamos que ver en la cama a nuestro hijo, que tiene una leucemia, para experimentar que es una enfermedad que no sólo tiene que ver con los glóbulos blancos, sino con la forma en que nos comunicamos. Que no sólo tiene que ver con una radiación ionizante, sino con nuestra agresividad, con nuestro desamor… No hay nada más radiactivo que las emociones contenida, retenidas y reprimidas.


Un día nos duele la vida y la vida nos dice que también es con nosotros y nos acerca un dolor que es un despertador. Un día vemos la proximidad de la muerte y ella nos enseña las lecciones más hermosas de la vida.


Un dolor nos hace sensibles, nos ablanda. Todo fruto maduro es blando. El amor deja de ser un amor duro y dominante y casi perfecto y se convierte en ternura, entonces vuelves a nacer. La sensibilidad nos hace tiernos. Los viejecitos se vuelven tiernos y les cuentan cuentos a los nietecitos. Inician el camino de regreso, el camino de regreso es la ternura.


En el seno del caos renacemos. En el caos existe un vórtice de sensibilidad infinita que nos permite transformarnos y emerger y con ello, llega también la felicidad.


El estado de emergencia es un estado de alerta intenso, de genuina presencia, de éxtasis. Se trata de un estado en que, aún con todas las perturbaciones, te encuentras contigo mismo. Paradójicamente, en el ojo del huracán hay una infinita paz y adquieres un potencial infinito.


El problema no es lo que ocurra fuera, si no lo que ocurre dentro de ti. Es posible, aún con toda la turbulencia, que mantengas tu serenidad. La serenidad es la paz profunda e inconmovible del ser que te permite abordar los procesos de cambio sin resistencia.




 

Aprovecha la oportunidad de cada crisis. Utiliza tu infinita sensibilidad. Aprovecha las oportunidades que te brinda la vida para acceder a un nuevo potencial. Aprovecha la bifurcación cuando la vida no vuelve a ser igual. Aprovecha las semillas que la vida siembra en tu corazón, cuando la vida te duele profundamente. Aprovecha el parto del caos para nacer a un orden superior y así recrear y reinventar tu vida.





A un animal no le podemos pedir responsabilidad, pero sí a un ser humano. Responsabilidad es una sensibilidad convertida en capacidad de responder. Tu evolución está determinada por tu grado de responsabilidad.


¿A qué respondes? ¿Respondes por tus actos, respondes por ti? ¿Respondes al dolor ajeno? La responsabilidad es una condición esencial del amor. El amor sin responsabilidad es lo más peligroso que hay en este mundo. En nombre del amor hemos cometido las mayores barbaridades.


La responsabilidad hace que el amor sea una verdadera respuesta a la felicidad. El amor es reconocer lo esencial del otro. La responsabilidad nos permite comunicarnos y corresponder. El amor nos lleva a un universo maravilloso de correspondencias.


Todo verdadero amor surge de la amistad y toda genuina amistad es reciprocidad, es una vía que va en dos direcciones. Donde hay reciprocidad hay resonancia, donde hay correspondencia hay correctas relaciones humanas. Esa es la más maravillosa lección que vinimos a aprender: correctas relaciones humanas. En ello somos todos aprendices.


Vinimos a aprender a relacionarnos. No vinimos a aprender a ser ingenieros o abogados. Esos son instrumentos para relacionarnos. El hombre es un ser relacional y vinimos fundamentalmente a aprender relaciones humanas respetuosas, responsables, liberadoras. No son relaciones sociales para retenernos, para poseernos, para chantajearnos. Lo son para liberarnos y completarnos.


Así transformamos la ecología de la Tierra, que no es una ecología externa. Lo que le pasa a la Tierra es lo que le está sucediendo al corazón del hombre. Si yo abro mi corazón, abro la tierra dentro de mí. Si me amo y amo a mis semejantes, amo también a la tierra, al paisaje y la atmósfera. Y si amo con un amor puro no me contaminaré. El resentimiento es el agente contaminante.


El amor liberador existe en la reciprocidad responsable. Amar es dar y recibir. Hay más sabiduría en el saber recibir. A menudo nos negamos a recibir el regalo de la sonrisa, de la mirada del otro, por no comprometernos, por no quedar en deudas. Necesitamos infinitas deudas de amor como vía a la felicidad. La gratitud es esa habilidad que revela tu propia luz.






La belleza es sencilla. Sólo lo sencillo es integro, sólo lo que es integro nos conduce a la unidad. La sencillez es transparencia, claridad, humildad, honestidad. Nos permite bajar del pedestal y entrar en la corriente de la gente.


Conquistar el código de la sencillez en tu vida te lleva a ser feliz. No se trata de ser el gigante de tus sueños, ni el enano de tus complejos… sino de entrar en la corriente de la gente y sentirte uno con todos ellos. Conquistar el código de la sencillez en tu vida es condición para ser feliz, porque no tienes ninguna expectativa, porque así eres feliz con todo y a pesar de todo. Esa felicidad te hace entrar en comunión con tu humanidad. En esa comunión nos damos cuenta que somos la voz del Creador, que a la vez somos co-creadores, llamados a recrear la creación.


Estamos aquí para conectarnos a la gran cadena de la vida, a esa gran cadena de inteligencia cósmica, río de conciencia. Somos mediadores entre los reinos inferiores y superiores de la naturaleza.


Cuando somos sencillos reflejamos el Alma, no para la vida eterna, sino para aquí y ahora en vivo y en directo. Ya no sólo comunicarnos, sino fundirnos por el centro, de corazón a corazón y así entrar en esa corriente de la evolución que pasa a través de nosotros para liberarse.



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RAM DASS , AQUÍ AHORA

 




Ram Dass nació como Richard Alpert el 16 de abril de 1931, a las 10,40 en Boston, América.

Recibió su grado en PH.D. en Psicología en la Universidad de Stanford en 1957. Después enseñó en Stanford y en la Universidad de Berkeley, en California, y en la Universidad de Harvard, hasta 1963.

En Harvard como miembro del Departamento de Relaciones humanas, y como director-asociado de el Laboratorio de Desarrollo humano, el Dr. Alpert enseñó e investigó las motivaciones del comportamiento humano, la teoría freudiana... y trabajó como psicoterapista.

Pero, como él mismo dice, se daba cuenta de que: Algo estaba mal, ya que no todas las teorías que me habían enseñado, y que yo podía enseñar, no llegaban al nudo del problema. Todo lo que yo podía enseñar eran sólo moléculas que se iban añadiendo a las demás moléculas, pero todo aquello estaba muy lejos de ser sabiduría.

En su vida social, Richard Alpert, era uno que "lo había logrado". Poseía varios coches, un buen piso, una motocicleta, un avión personal, y una bicicleta.

En marzo de 1961, el Dr. Alpert tomó psilorcybin, una sustancia psicodélica, que altera el área de la conciencia. Esta experiencia fue un punto clave de su vida, Junto con Timothy Leary, Allan Ginsberg y otros, se pusieron a la búsqueda científica sobre la alteración de los estados de conciencia, usando grandes cantidades de LSD.

Hicieron experimentos con clérigos, estudiantes, hombres encarcelados. En comunas programaron viajes psicodélicos: en Millbrook, en New York, en California.
Dr. Alpert tomó LSD más de trescientas veces. Usando su propia experiencia como psicoterapista, pero también las limitaciones de las experiencias psicodélicas.


El mismo dice: Durante los primeros tiempos estábamos convencidos que nuestra propia experiencia, durante los viajes, nos iba a volver a todos "seres realizados". Después de un tiempo nos dimos cuenta de que no iba a ser así de simple. Constatamos que por mucho que nos "volviesemos High, siempre había también una "bajada". Y era una experiencia demasiado frustrante, que después de unas trescientas veces en las cuales había podido entrar en el reino de los cielos, y percibir nuevos estados de conciencia y ver como todo era armonía... volvías a bajar a la vida polarizada de cada día.

Pero tampoco podían volver a la vida que siempre habían hecho, así que muy pronto los echaron, al Dr. Alpert y colegas, de las Universidades.

Con Tim Leary,Ralph Meztner, Richard Alpert descubrió que en el libro Tibetano de los muertos, había la descripción de un gran número de las experiencias que ellos habían tenido. El paralelo era muy evidente.

Después Tim Leary se fué a la India, y así Allen Ginsberg y otros. Y en 1967 Dr. Alpert también también se va a la India, cargado con una botella de LSD, con la idea de que si acaso se encontraaba con algún hombre santo, le hubiera podido dar LSD y preguntarle la clave que le faltaba. Pero después de viajar mucho, tomar fotos preciosas, grabar música muy bonita... La desesperación llegó a su punto culminante.

Y fue entonces cuando a los pies de los Himalayas encontró a su gurú, Neem Karoli Baba. Y fue cuando el proceso de transformación de el Dr. Richard Alpert en Ram Dass tuvo lugar.














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LA LUJURIA Y EL AMOR

 










Queridos hombres y mujeres, los saludo a todos. Estoy aquí entre ustedes como un alma, como una mujer, como una hermana. Soy una con ustedes, y habiendo, siendo humana conozco desde adentro todos los sentimientos que hoy tienen ustedes. No son extraños para mí.


Lo que más me llama la atención, ahora que estoy observando la vida en la Tierra desde este lado, es la preciosidad de la vida en la Tierra. La vulnerabilidad del ser humano, el dolor y las heridas que ustedes sufren mientras están en la Tierra, y a la inversa, vuestro increíble valor, vuestro persistente deseo de Luz y Amor, vuestra perseverancia y alegres victorias. Para mí eso caracteriza a la Tierra ahora. Yo los veo como ángeles valientes que emprenden esa experiencia, esa experiencia por ustedes mismos.


Cuando ustedes descienden a la vida terrenal, casi siempre vienen de un reino que vibra a un nivel más alto de lo que lo hace ahora la sociedad humana en la Tierra. Desde algún lugar profundo ustedes dicen “sí” a encontrar esta energía terrestre. Ustedes hacen la elección: “Me voy a hacer cargo de esto”: la danza con la vida en la Tierra, la cual en parte es la danza con la oscuridad, con el miedo, con la resistencia, con la soledad y con el sentimiento de estar perdido. Ustedes tomaron ese riesgo, y yo ahora puedo ver por qué. A pesar de todo el sufrimiento, del esfuerzo, de la pesadez, no hay otro lugar tan profundo, tan rico y tan intenso como cuando están encarnados en la materia, en la forma.


Sin embargo, a menudo, ustedes quieren salirse de la forma y moverse más allá, fundirse con algo más grande, algo superior. Buscan ser liberados de los confines de la vida terrenal. Pero yo veo vuestra belleza tal como son, como seres humanos: hombre, mujer, niño o adulto. En esa forma específica que tienen ustedes irradian la Luz de la Creación. Muchas tradiciones espirituales han estado enfocadas en la trascendencia de la forma humana: “el cuerpo no es bueno, no es un mensajero de la verdad; las emociones no son de confiar, las pasiones están fuera de todo cuestionamiento; la sexualidad es una fuente de tentación, sí incluso venenosa.” Toda la existencia terrenal realmente fue debilitada y extirpada de su santidad por esta clase de pensamiento y esto ha ocurrido por un deseo de control.


Ha habido poderes en la Tierra que quisieron tener control sobre la vida. Y para ejercer el control sobre las personas, sobre la vida, la mejor forma de lograrlo es por medio de la mente: a través de ideas e imágenes que ustedes diseminan, que usan para adoctrinar. El control mental es por lejos más abarcador que la manipulación a través del poder físico. Ustedes pueden tocar profundamente a las personas en sus almas y cambiarlas cuando ponen delante de ellas ciertas imágenes acerca de cómo son, acerca de vuestra solvencia o indignidad, y de la bondad o “maldad” de sus impulsos naturales.


De ese modo ustedes han sido muy profundamente afectados, y debido a ese condicionamiento de muchas maneras comenzaron a ver la vida en la Tierra como sin sentido. Esto se les ha enseñado, e inconscientemente ustedes aún acarrean estas impresiones. Aún tienen una influencia en cómo piensan acerca de ustedes mismos, en cómo sienten vuestro cuerpo, vuestra sensualidad, vuestros deseos, vuestras emociones y vuestras pasiones.


En estos días las cosas comienzan a aflojar; las viejas ideas están al borde del colapso. Esto es porque más y más personas están despertando, sintiendo el deseo de ser auténticos. Esta nueva ola de energía está despertando a las personas individualmente, uno por uno, y a medida que crece afectará a la sociedad como un todo. Es un movimiento de retorno a la Tierra, podrían decir, y de regreso a vuestro ser natural, siendo parte de la Tierra. Vuestro cuerpo es parte de la Tierra: vuestra sexualidad, vuestros instintos, el lenguaje de vuestro cuerpo, son parte de la Tierra. Vuestra naturaleza terrenal no puede ser negada indefinidamente; es una parte viable de la Creación.


¿Y cómo están las cosas con ustedes en esa conexión entre lo bajo y lo elevado? Tradicionalmente se les dijo que esa espiritualidad tenía que ver con “lo elevado”, y a menudo también con la servidumbre a un ideal – tal como encomendarse al servicio de vuestro vecindario o comunidad. Y lo bajo fue equiparado con lo que está basado en el ego, enfocado en uno mismo, persiguiendo vuestros propios deseos. Si ustedes seguían vuestras propias inclinaciones, se “salían de la pista”; lo basado en el ego estaba cargado con el pecado y el juzgamiento.


Ahora, sin embargo, ustedes están en el medio de una transformación en cuanto a lo que piensan acerca de la espiritualidad. Sienten ese llamado para el cambio desde todo vuestro ser, y han venido aquí a apoyar el despertar de la conciencia en la Tierra. Antes de que dieran el salto a vuestra vida actual, ustedes sintieron el potencial de un cambio fundamental que tendría lugar en esta época. Vuestra alma sintió este tirón y decidieron: “quiero ser parte de esto, así que aquí voy otra vez”. El dominio de la vieja conciencia había sido estirado al límite, por decirlo así. Las cosas deberían ser diferentes ahora. Incluso la supervivencia de la humanidad, de la naturaleza y de la armonía con la Tierra depende de esto.


Este proceso de despertar y de transformación les pide que se vuelquen hacia lo así llamado inferior en ustedes mismos y que le asignen un valor completamente diferente. ¿Y qué significa ese giro hacia lo inferior? Hacer conexión con vuestro cuerpo, con vuestro abdomen, con vuestros sentimientos – reconociendo vuestra propia naturaleza animal. Como seres humanos han vivido tanto tiempo en vuestra mente que han perdido la conexión con lo que yo llamaría vuestra “animalidad”, la parte animal, instintiva en ustedes. Ese término inmediatamente evoca en ustedes ciertas asociaciones, ¿pero qué es realmente la “animalidad”? Los animales no tienen energía mental, como tienen las personas. Ellos viven del instinto, pero ese instinto es mucho más sofisticado. El instinto está en vuestro abdomen. El instinto les ayuda a sentir directamente cómo se sienten las cosas para ustedes: se siente bueno o se siente repulsivo; si trae algo deseable o si ustedes prefieren que se vaya. Pero lo que es difícil para las personas es confiar en sus instintos, y a veces ellos ya no pueden sentirlos. Han vivido tan fuertemente desde la cabeza que han perdido la conexión con vuestros instintos, la sabiduría de vuestra naturaleza animal.


Vuestra relación problemática con vuestra animalidad, el animal dentro de ustedes, se muestra claramente en el área de la sexualidad. ¿Qué sucede cuando las personas entran en una relación íntima, sexual, con otro? En una amistad, donde no hay sexualidad, hasta cierto punto ustedes pueden permanecer fuera del área de lo instintivo, de la naturaleza animal. Pueden conectarse desde la cabeza, y cuando la conexión se hace más profunda también desde el corazón. Pero una vez que el área de la sexualidad se abre entre dos personas, hay otras fuerzas en juego. Hay una atracción instintiva a nivel físico, una atracción entre opuestos, que tiene poco que ver con la cabeza y no necesariamente con el corazón tampoco. El poder de la pasión sexual a menudo atemoriza a las personas y ellos pueden actuar de dos maneras. La atracción puede infundir tal miedo de perder el control, de perderse a uno mismo, que se apagan y se retiran. O ustedes siguen el flujo de la atracción, pero se mantienen enfocados en las sensaciones de deseo sexual que tienen en el cuerpo y no se abren a la intimidad profunda a la que la sexualidad puede iniciarlos. Es muy raro que dos personas puedan estar en intimidad y experimentar una conexión tanto a nivel de su naturaleza animal como de su corazón.


Esto es una pena, porque la sexualidad realmente puede ser la puerta de entrada a una profunda mezcla de amor humano y espiritual. ¿Por qué es tan difícil para los hombres y mujeres experimentar el aspecto sagrado y sanador de la sexualidad? Cuando se trata de lo físico, de los instintos sexuales, ustedes han crecido con toda clase de tabúes y prohibiciones. Eso ha comenzado a cambiar desde hace algunas décadas, pero aún no hay una libertad real en ésa área. ¿Pueden sentirse cómodos con las sensaciones de deseo sexual que ustedes experimentan? ¿Pueden disfrutarlas? ¿O en realidad es algo inquietante de lo cual quieren deshacerse, ya sea teniendo sexo físico (lo cual hace que el sexo sea “rascarse donde pica”) o saliéndose de eso a través de la fuerza mental? Todavía es difícil para las personas abrazar juguetona y alegremente sus propios deseos sexuales. Lo que sucede es que ellos o se estancan en juzgamientos o miedos acerca de eso, yendo hacia la mente, o se sumergen en sus deseos sexuales de una manera culpable, secreta, haciendo de la sexualidad algo que sucede en la oscuridad. En ambos casos no puede haber conexión entre el corazón y la bestia, entre lo superior y lo inferior, entre la lujuria y el amor. El no ser capaz de valorar la parte animal, también les apaga la parte amorosa y espiritual.


¿Cómo pueden reconectar lo que fue separado y sentirse más libres con vuestra propia naturaleza sexual y animal? Ante todo, honren el cuerpo y suelten los viejos juzgamientos acerca de la lujuria y de la sexualidad. El deseo sexual es un flujo natural de energía generado por el cuerpo. Es inocente y no es inherentemente peligroso o destructivo. Traten de recibirlo con alegría y con placer. Siempre que sientan deseo sexual, disfruten las sensaciones de hormigueo en vuestro cuerpo, véanlo como agradable en sí mismo, sin tener que actuar sobre eso. Hay una sensualidad básica en vuestro cuerpo que existe como una tendencia subyacente, y les permite disfrutar diferentes clases de sensaciones corporales tales como comer, beber, tocar, danzar, bañarse o caminar al sol. La sexualidad, tener sexo con otra persona, es una expresión de esta sensualidad básica que les pertenece como seres humanos. No se avergüencen de eso, disfrútenlo. Vuestra naturaleza sensual es algo precioso y delicioso. Si ustedes abrazan vuestra propia naturaleza sensual y reciben las sensaciones de deseo sexual con una mente abierta, ¡se divertirán con ella! Podrían compartirlo con otra persona y si hay una conexión más profunda entre ustedes dos, notarán cómo el flujo del deseo sexual en realidad los acercará, permitiendo que vuestros corazones se abran uno al otro y se fundan no sólo a nivel físico sino también a nivel emocional y espiritual.


El deseo sexual puede conducir al amor y a la intimidad genuina. Lo que quiero enfatizar es que el deseo sexual no es lo opuesto al amor sereno y sagrado entre dos personas. La lujuria y el amor pueden ir de la mano y el deseo sexual en realidad puede ayudarlos a alcanzar un profundo estado de intimidad con otra persona, si ustedes se rinden a él sin vergüenza o reserva. Ustedes tienen esas ideas profundas de que si se sueltan, si cabalgan la ola de vuestras emociones o pasiones, las cosas se escaparán de las manos. Pero con frecuencia es justo lo opuesto. Si intentan frenar o controlar algo como la pasión sexual, están trabajando en contra de una fuerza natural que es tan poderosa que de todos modos ustedes se perderán. Al frenarla, ustedes provocan expresiones retorcidas e incluso pervertidas de la sexualidad. Degradar las formas de la sexualidad siempre va acompañado de juzgamientos rígidos y enfermizos acerca de la naturaleza humana. Es por eso que el fervor religioso y la perversidad sexual a menudo van de la mano.


Sentirse seguro con vuestra propia naturaleza sexual es el primer paso hacia una conexión íntima con otra persona. Ustedes aprecian vuestro propio cuerpo y la clase de experiencias que quiere ofrecerles. Por supuesto, conectarse íntimamente con otra persona requiere más que sólo esto. Están tratando con otro ser, conformado y moldeado por un trasfondo y una historia diferentes. Para que ambos se sientan seguros y a salvo, vuestros corazones tendrán que abrirse uno al otro. Ambos habrán construido defensas para protegerse de rendirse a otro, en contra de la confianza. Todos ustedes acarrean dentro viejas heridas emocionales. Cada uno de ustedes tiene tales defensas y es importante reconocerlas en ustedes mismos. La intimidad emocional surge cuando ustedes están decididos a enfrentar vuestros propios miedos y cuando realmente desean comprender los dolores de cada uno. Cuando estén dispuestos a hacerlo, habrá alegría en vuestros corazones y habrá un flujo de sanación entre ustedes. Se acercarán, tanto a nivel del cuerpo como a nivel del alma. Este delicado proceso de acercamiento es de lo que realmente se trata el arte de hacer el amor. Involucra devoción, paciencia, honestidad y coraje. Es tanto apasionado como altamente espiritual.


Cuando inicialmente hablé acerca de la preciosidad de la experiencia humana en la Tierra, también me estaba refiriendo al arte de hacer el amor. Como un alma ustedes no están ligados a la forma. No son, en su esencia, un hombre o una mujer, un niño o un adulto, un enfermo o una persona sana – todas éstas son manifestaciones temporales. Sin embargo, aquellas formas no permanentes ofrecen una variedad de experiencias que son potencialmente exquisitas y profundamente espirituales. Ser una mujer o un hombre les ofrece la posibilidad de experimentar el hacer el amor humano y disfrutarlo físicamente, emocionalmente y espiritualmente.


En la sociedad humana hay mucha confusión acerca de la sexualidad. En el encuentro entre un hombre y una mujer puede haber una apertura hacia una comunión sagrada, un espacio en el cual ustedes se sienten elevados hacia una totalidad que trasciende a ambos como seres humanos. Pueden llamarlo el alma o Dios, pero lo notable es que esta experiencia sagrada no se parece para nada a la lujuria, aunque la lujuria – explorarse uno a otro físicamente – forma parte de la entrada a esto. Vuestra naturaleza terrenal no es inferior o vil; la sexualidad y la espiritualidad pueden ser socios. Es por eso que yo los aliento a sentirse cómodos con vuestra propia pasión, con vuestros deseos corporales, con vuestra sexualidad. Explórenlo a vuestro propio tiempo y a vuestro propio ritmo. De hecho, me gustaría invitarlos ahora a que permitan que su conciencia descienda dentro de vuestro abdomen. Vuestra conciencia no es nada más que el foco, entonces ahora dirijan ese foco hacia vuestro abdomen. Experimenten cómo se siente esa área, y húndanse incluso más profundo dentro de la región de vuestros órganos sexuales y el chakra raíz – vuestra pelvis. Desciendan con vuestra atención hacia abajo hacia esa región de vuestro cuerpo siendo objetivos y neutrales. Ésta es una parte maravillosa de vuestro cuerpo, y sientan aquí la fuente de la fuerza de vida – pueden ver o sentir un color. Experimenten cómo pueden permitir que ese flujo de la fuerza de vida, de la sensualidad y de lo físico, descienda hacia vuestras piernas y haga una conexión con la Tierra. Sientan cuán beneficioso y natural es experimentar este flujo del cuerpo.


Observen, si pueden, si vuestro cuerpo necesita algo ahora, si están permitiendo que vuestro cuerpo experimente todo lo que quiere experimentar. ¿Tal vez haya algo que vuestro cuerpo quisiera experimentar más a menudo en vuestra vida diaria? Puede ser algo simple, algo que ustedes omiten con vuestra cabeza. Tomen seriamente esas necesidades; el cuerpo quiere llevarlos al Hogar. El cuerpo no está en oposición al alma, es el alma en forma material. Es vuestra cabeza, más que vuestro cuerpo, lo que los destierra de vuestra alma. Hagan las paces con vuestro cuerpo y disfruten de sus múltiples ofrecimientos.



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Extraído https://jeshua.net/esp/canalizaciones/a-traves-del-portal/la-lujuria-y-el-amor/